Rebelión en Libano. Decenas de personas protestan en las calles de Beirut contra el candidato del grupo chiita libanés Jezbolá, Najib Mikati, nombrado primer ministro.
El presidente del Libano, Michel Suleiman, designó al candidato respaldado por Jezbolá como primer ministro ayer martes y le encomendó que forme un nuevo gobierno, provocando la furia de los suníes, que encendieron neumáticos en las calles y quemaron una camioneta de la televisora Al-Yazeera.
El ex premier Najib Mikati, un hombre de empresa multimillonario, graduado de Harvard, ganó la mayoría en dos días de votación en el parlamento, derrotando al pro-occidental Saad Hariri, que fue jefe del Gobierno desde 2009 hasta hace dos semanas, cuando Jezbolá forzó la caída de su gobierno.
"Extiendo la mano a todos los libanés, musulmanes y cristianos, para construir y no destruir", dijo Mikati, en tono conciliador.
La elección corona el ascenso constante de Jezbolá en las últimas décadas, de un grupo de resistencia antiisraelí y la fuerza militar y política más poderosa del país.
El cambio en el equilibrio del poder provocó advertencias de Estados Unidos, de que su apoyo al Líbano estaba en peligro, demostrando el riesgo de aislamiento internacional si Jezbolá se excede en sus políticas. Muchos temen que la crisis política reavive los enfrentamientos sectarios, como los choques callejeros entre suníes y chiies que dejaron 81 muertos en Beirut en 2008.
El ascenso de Jezbolá también provocaría tensiones con Israel, que limita con el Líbano hacia el sur. Jezbolá e Israel libraron una guerra breve, pero devastadora en 2006.
A pesar de la oposición del bando de Hariri, se considera a Mikati un elemento relativamente neutral que tiene buenas relaciones tanto con el presidente sirio Bassar Ashad como con Hariri. Este se encuentra en la posición incómoda de rechazar a un candidato que fue su aliado en el pasado.
El bloque político de Hariri ha dicho que no formará parte de un gobierno presidido por un elemento de Jezbolá, lo que podría preanunciar meses de impasse político en el país.
En el sistema libanés, el primer ministro debe ser suní, el presidente del parlamento un chii y el jefe del estado un cristiano maronita. Cada confesión constituye un tercio de la población de cuatro millones.
Los suníes se manifestaron por segundo día en Beirut y en la autopista que une la capital con el puerto sureño de Sidón.
Los manifestantes incendiaron una camioneta de la televisora Al-Yazeera, a la que acusaron de favorecer a Jezbolá. No hubo víctimas, dijo la televisora.