Christian Benítez e Ismael Fuentes disputan un balón en el partido en cancha de los Jaguares. (Jam Media)
Descargó toda su frustración en el árbitro Alfredo Peñaloza, quien escuchaba las estériles quejas. Hasta el último momento, Carlos Reinoso intentó encontrarle culpables externos a su nuevo fracaso en el banquillo del América.
Estrepitoso adiós de un hombre que regresó al club de sus amores "para hacerlo campeón". Ni siquiera pudo dirigirlo en un torneo de principio a fin.
Sus Águilas ofrecieron la espectacularidad que tanto pondera. El problema es que la zaga amarilla jugó peor que la adversaria. Catálogo de pifias aprovechadas por un ataque despiadado, que le marcó cinco goles.
América no recibía tal cantidad en un partido desde hace casi ocho años. La más reciente ocasión que habían vulnerado su portería tantas veces fue el 1 de noviembre de 2003. Aquella tarde, el Toluca lo goleó 6-0 en el Estadio Nemesio Díez. Leo Beenhakker era su timonel.
Catástrofe defensiva anormal en la época contemporánea azulcrema, mas no para "El Maestro", quien volvió a dejar el cargo tras recibir cinco tantos.
Eso explicó la impotencia que reflejó cuando Jackson Martínez firmó la anotación que dictó su sentencia (87'). Con más corazón que futbol, los visitantes seguían en la lucha, pero la maniobra del colombiano fue mortal, en especial para el cuestionado entrenador chileno, quien simplemente abrió los brazos y lanzó algunos improperios.
Tenía la esperanza de que llegaría el heroico empate a cuatro. Sus sueños fueron hechos trizas con el 5-3 definitivo.
Ironías del futbol: una de las pocas exhibiciones decentes de los amarillos, sobre todo de media cancha hacia adelante, significó el colofón de la tercera etapa de Reinoso al frente del equipo.
