Justicia. Ciudadanos morelenses organizaron una marcha con carteles, flores y veladoras, para recordar a los siete jóvenes asesinados. NOTIMEX
Una palabra formada con veladoras resumió la jornada de protestas por el crimen de siete personas, entre ellas cuatro jóvenes y una mujer: justicia.
En el cierre de una oración ecuménica, los representantes de siete distintas religiones centraron sus discursos en votos por la paz, la fortaleza, el perdón y la unidad.
Desde el zócalo de esta ciudad festejaron el "despertar" de la ciudadanía para detener, mediante las manifestaciones, la ola de violencia en el estado y el país. Se dijeron preparados para participar en la movilización civil y así recobrar los espacios que pertenecen a las familias.
El séptimo día de actividades para mantener vigente la demanda de justicia por el crimen de siete personas encontradas hace ocho días en el interior de un auto, a un costado de la autopista Cuernavaca-Acapulco, significó el reforzamiento de la convocatoria para salir a las calles el miércoles y demandar el cese de la inseguridad.
Al zócalo acudieron representantes de la Iglesia Católica, tradición budismo tibetano, hindú, comunidad apostólica y de frailes benedictas que oraron por la paz y la unidad de la población frente al clima de violencia que se vive en las calles.
De espaldas a la ofrenda luctuosa erigida en recuerdo de las víctimas, entre los que se cuenta a Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del escritor y periodista, Javier Sicilia, el escritor Roberto del Callejo Torrentera parafraseó a León Gieco y pronunció: "Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente".
Enseguida, los asistentes encendieron veladoras y caminaron por el primer cuadro de Cuernavaca para continuar con sus rezos por el descanso de las víctimas y el esclarecimiento de su asesinato.
CAMBIÓ CONJUNTO PRIMAVERA
Por la mañana en la búsqueda de resignación por el crimen de los cuatro jóvenes que vivían en el mismo fraccionamiento habitacional, vecinos y familiares habilitaron el parque local para oficiar un servicio religioso.
Mostraron las fotografías de los muchachos, lanzaron globos blancos al aire para exigir paz y una mariposa por cada una de las siete víctimas localizadas en un auto; la intención, dijeron, es lograr que las familias afectadas traten de encontrar la paz espiritual. Afuera del fraccionamiento los autos de los asistentes al acto de oración llevaban leyendas de protesta dirigidas al gobernador Marco Adame para que detenga la inseguridad pública.
Surgieron voces para recomendar que los muchachos eviten salir a bares o discotecas y cuidar su integridad física, pero otros disintieron: es mejor que salgan porque de lo contrario vivirán atemorizados.
Los rezos y oraciones fueron acompañados de evocaciones de los jóvenes que convivieron en ese fraccionamiento. Ahí vivieron su infancia, sus primeros desvelos, parrandas. Hoy el conjunto Primavera luce hermético. Nadie quiere hablar de lo acontecido hace ocho días con las víctimas.
En ese fraccionamiento de la zona oriente de Cuernavaca la vida vecinal es distinta. La puerta de hierro que da acceso al conjunto está fortalecida por el grupo de seguridad privada Los panteras. Dos grandes moños negros penden en lo alto y el guardia principal revisa con la vista cada uno de los pasajeros de los autos que acuden.
