Bajo la dirección de un grande. El actor se dijo muy contento por haber trabajado nuevamente con Paolo Sorrentino.
CANNES, FRANCIA.- Fue una de las tres grandes ovaciones de la 64 edición del Festival de Cannes. Se la llevó el italiano Paolo Sorrentino (Il Divo) que pinta los ojos y los labios a Sean Penn, le calza una peluca y, con un look parecido al de Alice Cooper en sus años de gloria, lo convierte en Cheyenne, un viejo roquero irlandés.
Una sombra del pasado que, con sus aditamentos setenteros, va con el carrito a hacer la compra al supermercado. La película se titula This must be the place y es una road movie por el medio oeste americano. Junto a Penn -con el premio de interpretación en el saco- aparecen Judea Hirsch, Frances McDormand, Harry Dean Stanton o Eve Hewson. La película supone una de esas miradas insólitamente sugerentes que muchos cineastas europeos despliegan en sus rodajes en los Estados Unidos, plagada de pequeños detalles, matices e imágenes insólitas.
A sus 50 años, Sean Penn sigue con la etiqueta de chico malo y en This Must Be The Place se mete en la piel de un rockero que le recuerda que, con la corrección política en boga, "es muy importante saber decir 'que te jodan' y el rock lo hace de manera muy sana" .
En Cannes, Penn premió hace tres años como presidente del jurado a la cinta de Sorrentino Il Divo. "Me dijo si quería trabajar con él y yo le dije que cuando quisiera y donde quisiera. Al tiempo me llamó con este guión que me enamoró de inmediato".
‘Fui un estúpido’
El director danés Lars von Trier, excluido del Festival de Cannes, pero no expulsado de la competición, donde participa con su filme Melancholia, reconoció ayer, sobre sus palabras de simpatía por Hitler que fue “un estúpido”.
“Soy el primero en lamentar que hay gente que se haya sentido herida. Y fui un estúpido”, declaró el director a seis periodistas, a varios kilómetros de Cannes. “Hoy estoy bien, especialmente desde que sé, como dicen los ingleses, que oriné sobre mis propias patatas fritas”.