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Sembrando bondad

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Esta maldita manía de escribir sobre mis sentimientos. Pero es la única forma que tengo de sacarlos del alma.

No es la primera vez que pierdo a un ser querido; y como dice la vieja canción: "Yo que llevo tantas tumbas en el alma, no sé por qué sollozo y tiemblo, al cavar una más, una más en mis entrañas".

Pero me duele como un tizón en carne viva. Extraño a mi hermano y no me hago a la idea que ya no estará conmigo.

Haberme permitido tenerlo a mi lado por 59 años (mi edad), es sin duda una bendición. Pero aún lo necesitaba, aún teníamos cosas por hacer y el que eso ya no sea posible, me atormenta.

Fue él un hombre trabajador, comprometido, estable, amoroso y sobre todo bondadoso.

Entregó su vida laboral a una sola empresa y sus 42 años de trabajo continuo lo enorgullecían mucho. Hombre responsable y honesto a carta cabal, dio siempre ejemplo de rectitud durante toda su vida.

Por esa entrega y trabajo a favor de las causas industriales, fue distinguido con la Medalla al Mérito Ciudadano por el Ayuntamiento de Torreón. Como a cualquiera que la obtenga esa distinción lo hizo muy feliz y la recibió acompañado de toda su familia a la que él convocó con alegría.

Padre responsable procreó y educó a tres hijos, pero tuvo que soportar estoicamente el dolor de perder a uno de ellos hace apenas unos años. Nunca lo vi tan triste como en los momentos de esa tragedia, pero supo superarla y seguir adelante.

Enfrentó enfermedades y difíciles operaciones y se mantuvo en pie. Yo juraba que esta vez también saldría adelante, pero su destino estaba escrito con el dedo divino. "Del rayo te escaparás, pero de la raya, nunca", solía decir mi madre y así es siempre.

Como hermano, se preocupó siempre por mantener la unidad familiar. Pendiente invariablemente de dónde andábamos y de que estuviéramos bien. Cada semana le hacía mínimo dos llamadas obligadas: una al salir para Saltillo y otra al regresar.

Nuestras reuniones de los sábados ya no serán las mismas sin su compañía; pero en ellas siempre habrá un lugar reservado para él, porque nadie se va del todo, sino cuando nos olvidamos de él y eso nunca va a suceder en este caso.

La mayor parte de todos esos años de su vida la pasó al lado de una mujer que lo amó con todas las fuerzas de su corazón. Juntos disfrutaron de los momentos de alegría, de los triunfos y juntos se enfrentaron a los grandes dolores. Irma, es una mujer que vivió para él hasta el último minuto y ahora la deja entre nosotros como prenda de su amor hacia todos y como tal la recibimos y la cuidaremos.

¡Tanto que batallé!, para conseguirle el libro: "La luz del mundo" de Benedicto XVI y ya no lo alcanzó a leer. Como tampoco pudo ver el video que mi amigo Luis le mandó con uno de los conciertos que dio el director de orquesta austriaco: Herbert Von Karajan en El Vaticano. Pero seguramente ahora podrá escuchar ese mismo concierto de Mozart, pero interpretado por un coro de ángeles.

Dicen que cuando alguien llega al cielo hay cinco personas esperándolo. Tengo la certeza que a él lo recibieron más de cinco. Mis padres, don Juan Manuel y doña Pina, sus suegros; su hijo Ricardo y también amigos tan queridos como Poncho y Manuel.

Al mismo tiempo puedo decir que ahora él ya conoce la verdad, sabe lo que hay del otro lado y sólo espero que las predicciones se cumplan y en verdad sea tan hermoso como nos lo pintan aquí.

Porque un hombre que fue todo bondad, merece eso y gozar eternamente de la vista de Dios.

Gracias hermano por habernos hecho tan felices; y: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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