Sin importarles la ruina donde quieren fincar su reino ni el activismo criminal y muchísimo menos la fragilidad de los árbitros del torneo, los precandidatos presidenciales se esfuerzan por asegurar su porvenir personal. Ya después se preocuparán un poquitín por el porvenir nacional, lo importante en el momento son ellos. Nada ni nadie más.
Son más solemnes que serios pero, por fortuna, su involuntario sentido del humor anima su actuación. Indudablemente, los más graciosos son los de Acción Nacional.
Integran una fantástica compañía y, llegado el muy remoto caso, no estaría de más explorar alguna idea para no perderse de ninguno de ellos.
*** Ernesto Cordero. Desde que se le recomendó no abrir la boca ni aparecer en medios y guardarse en su oficina, su popularidad mejora. No sube, pero no cae y algo es algo. Al delfín no le crecen las aletas, y su corte de asesores –lamayoría rechazados de Los Pinos– ni con “flotis” consigue presentarlo como un lobo de mar. Tal imposibilidad está haciendo crecer la versión de que Cordero sí es el delfín presidencial, porque alguien deberá declinar si pega la puntada de postular un candidato ciudadano, en alianza con parte del perredismo. Por max corteses apoyos que recibe o patricias que arrojan flores a su paso, Cordero sería el cordero a sacrificar. Lo curioso de esta posibilidad es que si no prospera la idea aliancista, en vez de delfín aparecería una sirena y esa es Josefina VázquezMota. No es que con ella se piense ganar pero sí, al menos, evitar una paliza e intentar llevar a tercios el resultado electoral. Brillosa idea, ¿no?
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Javier Lozano. Desde el anuncio de su ambición por ser el candidato albiazul, se dio por sentada su declinación prematura. Jugó a quitarle golpes a Ernesto Cordero, a jalar un poco los reflectores y a ponerles piedritas a los contrincantes internos y externos.Ahora, falta por ver si Lozano se suma a la precandidatura de Cordero porque como están las cosas entre la dirigencia real y formal de Acción Nacional lo cierto es lo incierto y, desde luego, Lozano juega a no perder... mucho.
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Santiago Creel. El arrojo de solicitar licencia como senador para buscar de lleno la candidatura aceleró y complicó aún más las cosas en Acción Nacional. Con esa osadía política, el senador puso contra la pared al resto de los suspirantes que así como quieren ser precandidatos, también quieren ser funcionarios o representantes populares, o sea, permanecer en la cómoda vitrina donde se exhiben sin gastar recursos... propios. Santiago Creel, el ex político ciudadano, el ex diputado, el ex candidato al gobierno de la Ciudad de México, el ex secretario de Gobernación, el ex coordinador parlamentario en el Senado, se juega todo y podría terminar siendo ex Santiago Creel.
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Josefina Vázquez Mota. A la calderonista que el calderonismo nunca quiso como calderonista se le están alineando los planetas, los recursos... ¡y hasta los calderonistas! La bomba de tiempo que dejó en la SEP y en Enciclomedia le estalló, para su fortuna, a su sucesor y contrincante, Alonso Lujambio, que –en estos días– ya no siente lo duro sino lo tupido, mientras la sirena retoza en la mar de oportunidades que, sin querer, se le presentan. En su meteórica carrera no siempre ha estado donde quiere estar, pero siempre ha conseguido estar. Y, ahora, la fortuna le sonríe. Tiene generosos patrocinadores, un aparador legislativo a todo dar, muy pobres competidores, y una situación ni mandada a hacer: al calderonismo ya no le preocupa mucho que uno de los suyos sea el abanderado, le ocupa cuidarse las espaldas y evitar, en lo posible, la debacle electoral de su partido. Y, bueno, si no es delfín que sea sirena.
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Heriberto Félix. Ah, sí, Heriberto Félix sigue siendo secretario de Desarrollo Social, ocupa lo que fue el mejor aparador oficial para exhibir precandidatos sin exponerlos, la única Secretaría de Estado que siempre tiene algo que dar a los desamparados en vez de quitarle o pedirle algo a los ciudadanos, la gran plataforma que con sólo ocuparla le extendía un manto de posibilidades a su titular. Sí, ahí sigue Heriberto Félix... pero ya dijo que siempre no, que mejor no es precandidato. En su oportunidad habrá que revisar por qué esa dependencia perdió su magia. Desde Josefina Vázquez Mota, pasando por Ana Teresa Aranda, Beatriz Zavala, Ernesto Cordero y Heriberto Félix, la Sedesol ya no es lo que era, de seguro, se vencieron los resortes de su trampolín. Ahora es una Secretaría más.
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Emilio González. Hay quienes aseguran que sí es gobernador de Jalisco aunque, claro, hay también quienes lo dudan por la recia pero agotada figura del cardenal Juan Sandoval, que así como lo cobija lo ensombrece. Al parecer, ahí sigue Emilio González sin lograr presentarse como príncipe de sangre albiazul, influyente acólito (acólito) ni herrero del yunque.
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Alonso Lujambio. Alto pero sin estatura, el precandidato duda si no fue un error hacer suya la divisa de que el tamaño sí importa. Y es que cuanto le ocurre ahora, nada tiene que ver con aquello. Primero sintió el calor del hogar calderonista, pero ahora siente el fuego de Los Pinos. Nadie le pidió borrarse de la lista, pero los mensajes en clave que recibe casi lo tachan de ella.
Paga los errores que le heredó su antecesora, la sirena Josefina; sufre las embestidas de los hombres de Patricia Flores; la maestra Elba Esther ni siquiera lo pasa al pizarrón y hasta la estela que no acaba de levantar se le viene encima. Duda. De seguro, viene una decisión.
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Falta observar a los precandidatos del priismo y del perredismo. Determinar quién protagonizará el Plan A o el Plan B tricolor: Enrique Peña oManlio Fabio Beltrones, sin descartar desde luego a Humberto Moreira que al parecer sí está decidido a ocupar, cuando menos, la presidencia... del partido tricolor. Determinar si la Morena le hace el milagrito a Andrés Manuel López Obrador o si la ciencia demoscópica señala a Marcelo Ebrard como un moderno estadista de izquierda, pero de cuello blanco. Ya habrá oportunidad de mirarlos de cerca. Falta eso pero, desde ahora, es preciso reconocer una realidad incontestable: nunca ningún país había logrado desarrollar un semillero de estadistas como México lo ha hecho. Todos han hecho tan bien las cosas, todos tienen bien claro lo que hay que hacer, todos han puesto lo mejor de sí para colocar al país donde se encuentra.
Es una pena que sólo uno de ellos quepa en Los Pinos. Quizá, convendría cambiar el uso de suelo a la residencia añorada para convertirla en condominio y no perder a ninguno.
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