Restos. El féretro donde viajan los restos del joven indígena, Fausto Armenta Sabino llegaron a Chilpancingo, Guerrero.
Entre llanto de familiares y lamentos de acompañantes, rezos y el sonido de una banda, ayer fue sepultado el cuerpo del indígena de la etnia na savi, Fausto Armenta Sabino, en el panteón de la comunidad de El Platanal, municipio de Xalpatláhuac, la región más pobre de la Montaña de Tlapa.
El cuerpo del indígena que el 27 de este mes cumpliría 20 años de edad, llegó a su pueblo de origen, El Platanal, a las 02:00 horas del jueves procedente de Nueva York, donde tras una golpiza se le declaró muerte cerebral, para luego ser desconectado de los aparatos que lo mantenían vivo, según con la aprobación de su padre Rodolfo Armenta.
Luego del velatorio según la tradición na savi, "para estar un rato con su gente", este viernes a las 4 de la tarde el ataúd fue trasladado, siempre acompañado por música de viento, a la parroquia del lugar para una ceremonia religiosa y de ahí al panteón local para darle sepultura entre llantos de su madre Margarita Sabino y de sus hermanos Odilón, de 19 años de edad, Rodolfo de 14, Yaír de 3 y Katy Lizbet de 2 años.
La comunidad de El Platanal, como la mayoría de las poblaciones de la región de la Montaña de Tlapa, está ubicada en lo alto de un cerro, sobre terreno pedregoso, principalmente de piedra caliza donde se practica siembra de temporal. Las casas en su mayoría son de adobe, aunque hay algunas de concreto construidas con dinero que envían los emigrantes desde Estados Unidos.
Rodolfo Armenta comentó que su hijo Juan, quien junto a su hermano fallecido emigró a Nueva York, estuvo ausente porque según la tradición de los na savi, tiene que acompañar el alma de Fausto, "que todavía anda por ahí -en Nueva York-y porque tenemos que pagar el dinero que pedimos prestado para traerlo hasta nuestro pueblo".
El padre de Fausto dijo que los directivos del hospital donde fue atendido su hijo, y funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores, le comunicaron que tendría que trasladarse a Nueva York para que diera su consentimiento de desconectar los aparatos que mantenían vivo al joven, porque no había posibilidades de salvarlo. "Les dije que yo no tenía dinero ni papeles".
Ante la insistencia del hospital y de Relaciones Exteriores, de que si podía realizar el viaje, Rodolfo Armenta aceptó y pidió prestados 19 mil pesos, que utilizó para el trámite del pasaporte y su traslado. A su regreso recibió 150 dólares para gastos y Relaciones Exteriores se encargó de cubrir el costo del traslado del cuerpo, además de que el Gobierno del estado de Guerrero le otorgó otro apoyo económico.
Con dolor, Rodolfo Armenta dijo que fue presionado por personal del hospital para que aceptara que su hijo fuera desconectado de los aparatos médicos, y para que autorizara la donación de sus órganos.
"Me dijeron que los que recibieran la donación de los órganos de mi hijo los conocería de mano, pero pasaron varios días y me engañaron; ahora espero que se acuerden y al menos den las gracias, pero quiero conocerlos", señaló.