Lo que inició con un grito de dolor se ha convertido en reclamo de justicia que suma voces, llantos y esperanzas. La “Caravana del consuelo por la paz con justicia y dignidad”, encabezada por el poeta Javier Sicilia, llegó el viernes pasado a Ciudad Juárez. En su recorrido, pasó por Torreón, en donde, al igual que las demás ciudades que visitó, recogió las historias de familias que han sido mutiladas por la violencia que azota al país.
En la urbe fronteriza, ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil adheridas al movimiento firmaron un pacto para obligar a los tres niveles de gobierno a tomar acciones contundentes y duraderas para devolver la tranquilidad a la República. En medio de la sordera crónica de la privilegiada clase política nacional y a un año de la elección presidencial, este gesto ciudadano, incluyente y honesto, surgido de una realidad inocultable, es de un enorme significado, al igual que las palabras pronunciadas por Sicilia, en lo que llamó “el epicentro del dolor”, la ciudad más violenta del mundo:
“Queremos demostrarle a los señores de la muerte que México está de pie, que es democrático y que está luchando por alzarse en medio de tanto dolor. (…) Venimos a perder el miedo y a demostrarles a las autoridades corruptas y a los criminales que nosotros somos más (…). Hoy atestiguamos el nacimiento de una nueva ciudadanía, ciudadanos que se movilizan, que debaten y se organizan para presionar a quienes están en el gobierno para que acaten sus mandatos y si no lo hacen, serán castigados”, dijo el poeta en Juárez.
Frente a unos partidos que no representan más que los intereses de sus cúpulas; frente a unos gobernantes que sólo se ocupan de sus gobernados cuando hay elecciones; frente a unos políticos que en lugar de formar ciudadanos tejen redes clientelares, el contrapeso de la sociedad civil se hace necesario para impulsar el golpe de timón que el país necesita para salir de la tormenta que lo acosa.
Luego de la caravana, el gran reto del movimiento liderado por Javier Sicilia es la persistencia en la construcción de ese gran bloque de ciudadanos que obligue a autoridades y partidos a abandonar su actitud de menosprecio a la sociedad. El pacto ciudadano firmado en Juárez es apenas el principio.
