Sismo en Nueva Zelanda. La Policía mantiene acordonado el centro de la ciudad de Christchurch. EFE
Las autoridades de Nueva Zelanda elevaron ayer a 113 los muertos por el terremoto de 6.3 grados en la escala Richter que golpeó el martes la ciudad de Christchurch, donde cada vez hay menos esperanza de hallar supervivientes.
"No rescatamos a nadie esta noche, y el número de víctimas mortales aumentará" , aseguró el jefe de los equipos de rescate, Russell Gibson. Los socorristas ya han desistido de sus intentos por sacar a alguien con vida de varios edificios en ruinas, como la emblemática catedral cuyo campanario se hundió por el sismo, o la sede de la televisión local CTV. En ese complejo de oficinas puede haber hasta 120 personas atrapadas, la mitad estudiantes de intercambio de una escuela de idiomas, mientras la cifra de desaparecidos se mantiene en 226. Pese al desánimo generalizado, Gibson indicó que los expertos en salvamento enviados por Australia, Estados Unidos, Japón y otros países, creen que todavía será posible encontrar supervivientes entre los escombros.
El primer ministro neozelandés, John Key, señaló que "son días muy, muy duros para todos", pero todavía cree que puede ocurrir un milagro en Christchurch. La Policía mantiene acordonado el centro de la ciudad mientras se rastrean los escombros con diminutas cámaras y micrófonos, ayudados por perros adiestrados.