27 de febrero de 2010. Los chilenos aún no se recuperan del siniestro que cobró la vida a más de 500 personas.
El 27 de febrero de 2010 quedó grabado en la memoria de los chilenos: 534 personas murieron y 31 más nunca aparecieron.
El terremoto magnitud 8.8 y el posterior tsunami dejaron escenarios inimaginables y rostros inconsolables que se han ido esfumando a lo largo de un año.
Los chilenos dejaron atrás la tragedia y ya están de pie, pese a que subsiste el terror a un nuevo tsunami por las fuertes réplicas de hasta 7 grados, que continúan remeciendo la región centro-sur del país.
Las toneladas de escombros desaparecieron, los puertos, puentes y la carretera panamericana son utilizados normalmente, pero en la sureña Concepción los edificios inhabitables no han sido demolidos, y el puerto comercial del vecino Talcahuano aún no funciona.
Las embarcaciones y contenedores que fueron lanzados por el mar hasta el centro de la ciudad portuaria fueron retirados, se reconstruyeron los jardines y el alumbrado público mejoró. Es una forma de levantar el ánimo de los talcahuinos.
El cataclismo destruyó o dañó severamente 220,000 viviendas. La mitad pueden ser reparadas pero, a la fecha, muy pocas se han rehabilitado. El presidente Sebastián Piñera admitió que la construcción de viviendas nuevas está retrasada. El último año se asignaron 135,000 subsidios, que antes de convertirse en casas, deben pasar por un largo proceso burocrático.
Otras 76,000 viviendas quedaron destruidas y como sus familias eran dueñas de los terrenos, el gobierno les instaló casas prefabricadas de emergencia, llamadas "mediaguas", que son frágiles, y hechas con madera de mala calidad. Fueron forradas con tela impermeable después de que se mojaron con las primeras lluvias del invierno pasado.
Poco a poco, las familias fueron ampliando las "mediaguas" con su propio dinero. Tienen luz, el agua la sacan de enormes contenedores repartidos por el lugar y utilizan baños públicos, que comparten con dos o tres grupos familiares.
