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Sistemas electorales

JOHN BAILEY

Los sistemas electorales y de partido deberían hacer funcionar la democracia organizando el voto y transmitiendo las preferencias ciudadanas al proceso político. En realidad todos los sistemas electorales de partido distorsionan este proceso de transmisión, pero algunos lo hacen más que otros.

El sistema de EU es un ejemplo en el cual el partido con mayoría en gran parte del país dibuja las fronteras de los distritos de Congreso. Esto se hace cada 10 años y siempre siguiendo el censo, para ajustarse a los cambios poblacionales en los estados. El partido de mayoría y el de oposición generalmente negocian para crear "distritos seguros", es decir, distritos que contengan mayoría de uno u otro partido. Una consecuencia de lo anterior es el empuje de la elección "real" hacia el proceso de selección de candidatos. De cualquier forma, son los votantes más motivados e ideológicamente activos quienes participan en la selección del candidato de su partido. Es así que para ganar la nominación, los precandidatos recurren a las alas más radicales de sus partidos. Una vez nominados, éstos tratan de mantener una base y recurren a los votantes independientes para ganar la elección general.

El resultado es la elección de los republicanos más conservadores y los demócratas más liberales. Los activistas del Tea Party movieron a sus candidatos aún más a la derecha en algunos distritos durante noviembre de 2010. El sistema electoral amplía la brecha ideológica entre los representativos, haciendo más difíciles las negociaciones entre partidos. La consecuencia es una más dura confrontación entre estas fracciones. El conflicto partidista durante el verano casi provoca que el gobierno estadounidense pusiera su deuda en default. El episodio aterró a los mercados y minó el apoyo popular hacia el Congreso.

Las transiciones democráticas en Venezuela y Colombia produjeron sistemas que distorsionaron la participación política. El Pacto de Punto Fijo, establecido luego de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958, fue un tratado entre las principales facciones políticas de Venezuela, que eventualmente llevó a una partidocracia dominada por dos flancos. Poner fin a su monopolio en aras de la vida política fue el principal motivo que llevó a la elección de Hugo Chávez en 1998.

En Colombia, el Frente Nacional, que vino después de la dictadura de Gustavo Rojas, fue un contrato entre liberales y conservadores para compartir el poder. Tuvo éxito en reducir el conflicto entre partidos, pero el costo fue bloquear a nuevas organizaciones políticas y desmotivar la participación en las elecciones. El viejo sistema colapsó con las reformas constitucionales de 1991 y el ascenso de Álvaro Uribe al poder.

La transición en México produjo una semipartidocracia con la dominación de los tres principales partidos. Un buen aspecto de esto es que los partidos contribuyen a una mayor coherencia y estabilidad que la que se da en sistemas como los de Ecuador o Perú. Lo que no es tan bueno es que, como en EU, los partidos mexicanos se encierran en debates ideológicos y partidistas, dejando de resolver serios problemas nacionales.

Muchos factores están en juego. Los partidos monopolizan el acceso al sistema de votación, los líderes partidistas controlan las nominaciones de los diputados plurinominales y encauzan generosos subsidios. La reinserción de intereses de partido en el IFE refuerza su control. Además, los comicios locales frecuentemente complican las negociaciones entre los partidos nacionales respecto a importantes reformas políticas.

El resultado es un sistema político en el cual los intereses de partido aniquilan el cambio necesario. Esperamos a ver si las limitadas reformas políticas aprobadas recientemente por los diputados son ratificadas por los senadores.

Repito: una verdad universal es que todos los partidos y sistemas electorales distorsionan la transmisión de las demandas sociales hacia el gobierno. Otra verdad universal es que los gobernantes suelen creer que el sistema que los eligió no puede ser tan malo. Sienten poca urgencia por reformar ese sistema. Es por eso que los cambios provienen de un Chávez o un Uribe.

El autor es director del proyecto México en la Universidad de Georgetown

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