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Sobreviven en hogares secretos

Resisten. Como vecinas, todas comparten historias de agresiones.

Resisten. Como vecinas, todas comparten historias de agresiones.

EL UNIVERSAL

Sólo un puñado de funcionarios sabe de este edificio. Su ubicación es desconocida, incluso, para algunos altos mandos del Gobierno del DF y su dirección sólo se revela en privado, pero las historias que se cuentan ahí son públicas: la violencia extrema hacia la mujer.

Se le conoce como "la casa de emergencia" y sus 48 departamentos en el norte de la ciudad son habitados exclusivamente por sobrevivientes de insultos y golpizas, que egresaron de albergues familiares, a donde llegaron huyendo de sus parejas.

En ese edificio, mujeres y niños preparan su segunda oportunidad. La Secretaría de Desarrollo Social local (Sedeso) y el Instituto de Vivienda del DF les pagan la renta y las mantienen en el anonimato, para que sus agresores no las encuentren y puedan rehacer su vida en paz.

Ahí vive Alejandra, quien sobrevivió a Juan. Una noche, acorralada en su sala, en Xochimilco, trataba de esquivar las patadas del padre de sus cuatro hijos. Él, furioso, acercaba un cuchillo al cuello de la poblana y amenazaba con enterrárselo si no le decía dónde tenía guardado el dinero de casa.

"Siempre fue violento, pero ese día estaba como loco. No debí creerle su perdón cuando me golpeaba", recuerda Alejandra, quien lo conoció a los 22 años en una pollería y toleró una relación de abuso por más de una década. "Estuve a punto de no contarla. Yo no sabía de qué dinero me hablaba, sólo que me iba a matar. Pude correr a casa de una vecina y gracias a la Virgen estoy viva", contó.

Ése fue su último día como víctima. Harta, sacó a sus hijos, su ropa y nunca regresó a su hogar. Buscó ayuda y durmió tres meses en un albergue; le ofrecieron vivir en ese edificio, donde podía comenzar de nuevo y sin costo. A cambio, tendría nueva identidad y estaría protegida.

"Saqué fuerzas de algún lado. Ahora soy muy feliz, se me había olvidado cómo se sentía", cuenta Alejandra, quien es empleada doméstica y con 500 pesos a la semana atiende a su familia. "Tengo poco, pero me gusta mi casa", dice rodeada de pocos muebles.

Es vecina de Ana, una mujer de 32 años, quien pasó de tener un novio protector a uno celoso y, luego, golpeador hasta en el embarazo.

Miguel, su pareja, pronto exhibió su talante agresivo. Si ella se pintaba, él la pateaba; si salía sola, la abofeteba; si veía a su familia, la encerraba con llave. El mensajero de 30 años controlaba su vida, al grado de espiarla en el baño de su casa en Santa María la Ribera. "Yo me quería suicidar, ya no quería vivir, pero salí adelante por mis dos hijas. Ellas me sacaron a pedir ayuda", platica Ana, quien también se resguardó en un albergue por un tiempo y ahora tiene su departamento.

Y aunque sus muebles son regalados y el dinero escasea en la casa de esta costurera, se dice afortunada. "Si yo pude, cualquiera puede. Yo ya me iba a morir", dice, mientras toca su máquina de coser blanca, seminueva.

Cuando camina por los pasillos del edificio, se encuentra con Mary, otra vecina, cuya historia es similar: dependió tanto de su novio, un tianguista de Xalpa, Iztapalapa, que le toleró una cachetada y, después, viajes al hospital. En el último, llegó a Urgencias en el Hospital Rubén Leñero, con los ojos cerrados, hinchados por los puñetazos que recibió. Tras 10 años de violencia, un día decidió abandonarlo y acudió al Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, de donde la llevaron, con sus cinco hijos, al albergue y luego tramitó su pase para obtener un departamento.

"Yo ni siquiera sabía que un insulto era violencia", cuenta Mary. "Ahora se lo digo a mis hijas, a mis hijos y cuando me invitan doy pláticas sobre esto".

Consiguió empleo como cocinera en el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) y, poco a poco, ha ido decorando su casa. Su mejor decisión, asegura, fue romper su relación y pedir ayuda. Ahora, su plan es ponerle adoquín al departamento.

De acuerdo con el titular de la Sedeso, Jesús Valdés, ocho de cada 10 mujeres que piden ayuda a los diferentes órganos de la dependencia salen de esa espiral de violencia.

"Somos afortunadas, yo sí diría que sobrevivientes, que podemos vivir para contarlo y que, además, tenemos una casa donde empezar otra vez", señala Mary con seguridad.

Y lo hacen en privado, en ese espacio secreto que pocos conocen y donde pueden reinventarse una vida libre de violencia a su propio ritmo.

Apoyo Económico

⇒ En el último año, la Sedeso otorgó mil 566 seguros contra la violencia familiar a mujeres del DF.

⇒ El apoyo económico se entrega de forma mensual y es por mil 500 pesos durante 12 meses, recursos que les permiten vivir en condiciones mínimas de independencia económica.

⇒ 54% de las beneficiadas se ubican entre los 26 a 40 años.

⇒ La mayoría reside en unidades territoriales de muy alta marginación (29%), en alta marginación (22%) y en media marginación (26%)

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