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Sobrevivirá

SERGIO AGUAYO QUEZADA

El movimiento social que se reunió con el presidente Calderón la semana pasada se enfila hacia la consolidación o la evaporación. ¿Qué pasará?

El Movimiento por la Paz y Justicia con Dignidad es un agregado de personas y organismos hartos de la violencia criminal, de la ineficiencia y corrupción gubernamentales, de las desigualdades e impunidades. Se agrupan e identifican en torno a un poeta y analista consciente de sus limitaciones, pero decidido a recorrer el país tejiendo agravios porque cuando mataron a su hijo, en esta ola de violencia que vive México, lo pusieron al límite de la indignación. En esta primera etapa Javier Sicilia se ha multiplicado para responder a las exigencias y se ha convertido en esa voz ética que sustituye a instituciones ausentes.

El encuentro incrementó las críticas a Sicilia y, en menor medida, a Emilio Álvarez Icaza. A Javier se le critica no haber sido más "duro" con el presidente, de prestarse a un show mediático y hasta de haberse fumado unos cigarritos en áreas públicas. El escrutinio es normal en el México de la actualidad. También es una llamada de atención sobre la necesidad de desactivar algunas bombas de tiempo que anida en su vientre el movimiento y que aparecen de cuando en cuando.

Las principales son: la forma de tomar decisiones de quienes lo encabezan, la urgente necesidad de reglas que ordenen la acción de individuos y grupos acostumbrados a la autonomía total, el canalizar una pluralidad que enriquece, pero también entorpece los procesos, la tensión entre los modos chilangos y los que se dan en las diferentes entidades (evidentes en el manejo del tiempo), y las dificultades para ordenar y priorizar los múltiples frentes de la inconformidad.

Estas inevitables tensiones se han convertido en obstáculo a la hora de fijar agenda sobre asuntos por demás polémicos. Los más obvios han sido la solicitud de que renuncie Genaro García Luna, el diálogo con el gobierno y en particular con Felipe Calderón, el papel de las fuerzas armadas que incrementan su poderío y el futuro de la Iniciativa Mérida que conduce a la relación con Estados Unidos en la guerra contra las drogas. El diálogo en Chapultepec se dio sin rompimientos, pero provocó exigencias al poeta: si ya te dejaste tomar la foto -le dicen- con Calderón (lo que legitima al "espurio"), ¿dónde están los resultados? La riqueza de una agenda (la del Pacto del 8 de mayo) se convierte, al mismo tiempo, en una vara muy alta.

Ante este panorama proliferan los escépticos que auguran una implosión y hasta le ponen como fecha el inicio de las elecciones. Pienso diferente. Hay razones para creer que el movimiento tiene el potencial para sobrevivir y detonar cambios profundos. La razón principal es que nació como respuesta a una crisis estructural y monumental reconocida hasta por esa parte de la clase política que se muestra algo dispuesta a un nuevo trato entre gobierno y sociedad.

Si comparamos este movimiento con otros, es notable la amplitud de la agenda. En el Movimiento del 68, estudiantes y ciudadanos se lanzaron contra la violencia estatal y a favor de libertades básicas; en la década de los noventa la lucha fue por elecciones limpias y confiables y en las marchas de 2004 y 2008 se exigía eficacia en la lucha contra la violencia criminal. En esta ocasión se pide atención a las víctimas presentes y reformas profundas que prevengan tragedias futuras y hagan funcionar la democracia en beneficio de las mayorías.

Esta claridad conceptual tiene una explicación. El movimiento es encabezado por un agudo analista de la realidad política (véanse sus artículos en Proceso) y por un núcleo de personas y organismos civiles con estructura, base material mínima y experiencia organizativa. Es la agenda de una generación que vivió el fiasco de la alternancia: quienes fueron opositores, qué tristeza, se transformaron en vividores.

Ni el éxito ni el fracaso están asegurados. La incertidumbre es la norma, pero las elecciones presidenciales de julio de 2012 son, al mismo tiempo, una amenaza y una oportunidad. Durante un largo e interminable año veremos la interacción compleja y rica entre la democracia electoral y la participativa. En ese período las víctimas de la guerra y de una democracia fallida nos jugaremos el futuro. Por haber conciencia de lo que está en juego creo que el movimiento hará las correcciones necesarias y sobrevivirá.

LA MISCELÁNEA

La sangría no se detuvo mientras el diálogo arriba citado se preparaba, realizaba y empezaba a diseccionarse. En Tlaxcala secuestraron, el pasado lunes 20, al joven de 21 años Alejandro Sánchez Zamudio. El sábado 25 lo encontraron asesinado. Un tío devastado me detalló en conversación telefónica la "nata espesa" de indolencia, ineptitud y dejadez que encontraron en las procuradurías de Tlaxcala y el Distrito Federal. Mis condolencias para otra familia justamente dolida e indignada.

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