Con el sueño por delante, de irnos a vivir a un viñedo en España, el patrón, don Jesús, sigue dando pinceladas a ese sueño.
En ese sueño, que pretendemos sea también un hotel boutique, se cultivará la vid, para lo cual él ya me obsequió unas pinzas para cortar los racimos de uvas.
Y se producirá vino de excelente calidad; pero sólo 365 botellas, para ser degustadas una cada día del año.
Sentados frente a una amplia terraza, fumando deliciosos habanos, beberíamos unas copas de vino mientras contemplaríamos cómo va cayendo la tarde tras el horizonte.
Mi amigo Julio nos insiste en que sea una mayor producción. Pero nosotros pensamos que nos conformamos con la señalada, porque sería sólo para consumo doméstico.
Desde esa posición, mi patrón y yo, veremos cómo transcurre la vida. Cómo se derrumban los mercados internacionales y la comunidad europea resurge de sus cenizas, tras el fracaso de un mundo regional globalizado en la Europa continental.
Veríamos también a la distancia, cómo se refunda el gobierno mexicano, después de fracasar en su intento de encontrar esquemas mejores que superen los llamados "viejos vicios", por más de que esté probado que antes vivíamos mejor.
Mientras esto escribo, escucho a Sabines declamar con su voz de fumador empedernido, dos de mis poemas favoritos escritos por él: "los amorosos"; y "la luna".
"Llorando la hermosa vida", es una edición fabulosa de la vida y obra del poeta chiapaneco, que contiene además, dos CD con su vida contada por él, así como algunos poemas de su autoría.
Me tiene maravillado esa obra; su lectura, me llevó a un detalle conexo que contaré en alguna otra ocasión y que tiene que ver con la historia de mi amigo Luis Felipe Cansino, chiapaneco de origen, que me hizo llegar un poema inédito de Sabines, mismo que daré a conocer en su oportunidad, junto a la anécdota que me llevó a descubrirlo.
No hay nada más hermoso en esta vida que tener un sueño. Algo que te mantenga vivo y te aliente a seguir por este camino que Dios nos ha marcado.
Sólo espero que también nos dé la vida para llegar a alcanzarlo.
Hace pocos días, con un grupo de amigos, charlábamos sobre la vejez. Uno de ellos estaba verdaderamente asustado ante la posibilidad de llegar a viejo (o ya llegó, y ni cuenta se hay dado), y no tener los recursos para proveer a su manutención y medicación.
"Es terrible" -decía. "¿Por qué no sólo se desaparece uno en el aire, el día que nos toque y se acaba así la vida?"
Sería ideal, pero no nos está dado pedir la forma y términos en que habremos de morir. Mas en lo que eso sucede, sólo nos toca vivirla o "llorarla", como decía Sabines, pero al fin y al cabo, la vida es hermosa.
Al proyecto del viñedo se han sumado algunas personas conocidas, diciendo: "Yo también me voy", pero mi patrón y yo estamos considerando esas solicitudes con mucho cuidado.
Una de esas personas es Nuria, que desde que lo dimos a conocer se anotó. Sin embargo, a Chuy y a mí nos preocupa que ya estando allá, una mujer tan trabajadora, inquieta y emprendedora, nos vaya a tumbar el negocio, por más de que ella jure que no saldría de la cocina.
No obstante ello, Nuria ignora que ese espacio está reservado para Marianito, y sólo si se sometiera a su dirección, podría estar también en la cocina.
Julio también quisiera emigrar, pero cada día hay más cosas que lo anclan a estas tierras. Más ahora que se convirtió en abuelo, y está vuelto loco con su nieto.
Él puede volver en el momento en que quiera, al fin que de allá llegó a La Laguna. Aquel es su mundo, y los extraños seríamos en realidad nosotros, que nos tocaría ir a "hacer la España", como muchos de los inmigrantes vinieron a "hacer la América".
Ya no estaremos en condiciones, como lo hicieron aquéllos, de apegarnos a la tierra con tal ahínco, como el que tuvieron muchos de los antepasados. Pero tampoco hace falta, sólo se necesita un poco de capital y tener el valor para levar anclas y quemar las naves.
La gente verdaderamente de recursos de aquí, cambió sus residencias y emprendieron negocios allende el Bravo. No llegaron muy lejos, la mayoría a Mc Allen, San Antonio o Houston.
Pero si he de jalar en otro lado, yo lo haría donde fuera, menos con los gringos. Con los gabachos no sólo no nos une nada, sino que nos desune mucho; y para irle a meter dinero a su economía, mejor que se les acabe de caer, que ya estuvieron muy cerca.
Mejor me gustaría un viñedo en el origen: donde comenzó todo este embrollo. Donde se vive la vida con alegría, siempre hay alguna fiesta de pueblo y se come y se bebe bien.
Los cuáqueros me repugnan. Son tan falsos como las ideas que dicen profesar.
Además, su fin está cada día más cerca, pues según las profecías, ese mundo acabará con un presidente más, que será el que venga después del negro.
Que se queden con su asfalto y sus rascacielos. Yo prefiero la vid y el campo.
Produciremos también leche, quesos, mantequilla y otros productos naturales; y nos tiraremos a la milonga, siempre que podamos, o sea todos los días, aunque sea un rato.
Tendremos tiempo para escribir y leer poesía; elaborar cuadernos con nuestras memorias; para pintar y hornear porcelana; y hasta bordar y tejer, si se nos antoja.
Tiempo de calidad para nosotros, para hilvanar historias y recordar anécdotas.
Extrañaré los desayunos con el Cuate y las tertulias de los sábados. Pero ya habrá restaurantes campestres en los que podamos hacer allá lo mismo y quizá encontraremos nuevos amigos tan divertidos como los de aquí.
Sólo 365 botellas, ni una más, pero ni una menos.
Y la inmensidad de la campiña española, para soñar y recrear la vida... la hermosa vida.
Por lo demás; "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".