Sólo a veces... ¿adicción?
“No soy adicto, nada más consumo a veces en fiestas”, es una frase usada por gente que ingiere ciertas drogas ‘ligeras’. Pese a tal afirmación, la realidad es que la adicción es un proceso que recorre varias etapas y el hecho de tomar sustancias “sólo a veces” refleja que ya se atraviesa una fase de esta enfermedad.
El consumo ocasional de drogas es una realidad presente en todas las edades y estratos socioeconómicos. Quizá usted mismo, o sus hijos o amigos cercanos, conozcan a alguien que admite fumar marihuana aunque dice sólo hacerlo en reuniones esporádicas, o bien que ingiere alguna pastilla (por ejemplo las famosas ‘tachas’, ácidos, éxtasis y demás) cuando acude a fiestas o raves. Gente que se refiere a tales acciones como algo normal e inofensivo, casi igual a que si estuviera platicando que cada dos o tres semanas come una rebanada de pastel.
Las drogas son sustancias que debido a su naturaleza y características, al ser puestas en contacto con un organismo alteran su funcionamiento. Existen varias clases como las psicotrópicas, las cuales actúan sobre el sistema nervioso central provocando cambios temporales en la percepción, el estado de ánimo, el nivel de conciencia y la conducta o comportamiento. Una de sus características es la adicción por parte de quien las utiliza, la cual variará dependiendo del tipo de estimulante, la dosis y las características de personalidad del consumidor. Hay algunas drogas altamente adictivas como los narcóticos. En otras como la marihuana el proceso de habituación se centra en variables psicológicas y sociales, llegando a afectar profundamente a quien la ingiere.
La adicción es parte de la historia de la humanidad. Es posible encontrar en cualquier civilización la presencia de drogas diversas para acompañar los rituales de transición, o cubrir o enfrentar las emociones que los cambios y las pérdidas originan.
Para incontables individuos es común reunirse a consumir sustancias y disfrutar del efecto que éstas suscitan en la mente, impacto al que muchos se acostumbran y por ello lo transforman en la forma de pasar el tiempo o resistir los problemas. Pero sin duda, los componentes activos de las drogas producen tarde o temprano dependencia física y psicológica, aunque el usuario no lo quiera ver así.
El proceso de adicción consta de varias etapas perfectamente identificadas por los expertos que se dedican al tratamiento, la prevención y la investigación de los psicotrópicos, también conocidos como drogas psicoactivas. La fase uno se denomina de experimentación y generalmente inicia al momento del primer contacto con la sustancia. Puede darse al estar en una fiesta donde alguien la fuma marihuana o traga una pastilla y ofrece “una probadita para que sepas qué se siente”. Aquí es donde las variables (el tipo de droga, la dosis y las circunstancias personales) determinarán si la experimentación se mantiene por un tiempo o se suspende porque no se encuentra lo esperado o simplemente se toma la decisión de no seguir adelante con el hábito.
El gran problema es que en la mayoría de los casos el ciclo continúa, prolongándose a veces por largos periodos (dependiendo del nivel adictivo del estupefaciente) durante los cuales el consumo es meramente ocasional. No obstante, en dado momento y ante una acentuación del estrés o una crisis desatada por las circunstancias de la vida, el sujeto buscará alternativas de solución para recuperar su equilibrio y previsiblemente recurrirá al uso de aquella droga que al modificar el funcionamiento de su mente lo ayuda a sentirse mejor.
La segunda etapa es la de uso regular. Aquí es importante señalar el incremento a la tolerancia de la sustancia activa del psicotrópico que se ingiere, la cual genera que el usuario busque más cantidad para alcanzar el mismo efecto de antes. De aquí pasará a una fase final de aumento en la dosis y deterioro en todas las áreas de su vida, observándose para entonces una franca dependencia. Usualmente es hasta llegar a este punto que las personas empezarán a aceptar la presencia de un conflicto real, acompañado de mucho sufrimiento.
“DE VEZ EN CUANDO NO HACE DAÑO”
Quienes se encuentran en periodo de experimentación ya atraviesan un proceso de adicción y si no se detienen tarde o temprano enfrentarán los efectos naturales que los estimulantes producen en el organismo y en la interacción social.
En las etapas iniciales los consumidores utilizan mecanismos psicológicos de defensa para contener su angustia o tratar de justificar que su costumbre no es nociva y que la pueden controlar con su voluntad. El primero de ellos consiste en negar que se tiene un problema. Aquí la posibilidad de ayuda es muy remota pues el adicto no acepta su situación y menos que requiere un cambio. Y para ayudarlo es fundamental que él acepte que algo no marcha bien y desee solucionarlo.
El segundo mecanismo es el de racionalización. Con él se buscará dar explicaciones aparentemente basadas en información real para asegurar a los demás que aún existe un control sobre la conducta y sólo es preciso un poco de voluntad para dejar la sustancia. Es aquí donde aparecen aseveraciones como que el estupefaciente sólo se utiliza “de vez en cuando y en dosis muy bajas” o “no es tan fuerte como otros”.
Invariablemente el consumo periódico de una droga desarrolla la tolerancia y la necesidad fisiológica de su sustancia activa, y además promueve que cada vez sea más intenso el deseo de usarla.
A nivel psicológico las carencias afectivas llevan a sentir un vacío que se busca llenar por medio de marihuana o pastillas; y al pasar los efectos de éste se activará nuevamente el deseo de evitar las emociones, que al no ser procesadas adecuadamente detonarán la angustia interna motivando a la persona a usar de la droga para evitar sentir y creando la dependencia psicológica. A nivel social el rechazo y la identificación de ser un adicto desencadenarán una actitud que se refuerza con las conductas de quien va en un proceso de deterioro.
La adicción es una enfermedad. Si no es atendida, provocará un sinfín de dificultades. Por supuesto el control es posible, sólo se requiere de un tratamiento profesional integral que genere un cambio de actitud, un estilo de vida sano y un apoyo continuo que incluya grupos de autoayuda.
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