Necesidad. Para ayudar en el sustento del hogar, Soledad cocina panes caseros, en un horno construido en su propio patio. EL SIGLO DE DURANGO/SEBASTIÁN GALLEGOS
Para algunos duranguenses, la crisis que se vive actualmente es la más cruda de los últimos tiempos; sin embargo, no es sino la consecuencia de una vida de carencia llevada al extremo. Hay ejemplos que así lo muestran.
Al realizar un recorrido por las calles de la colonia El Refugio, El Siglo de Durango habló con Soledad Martínez, de 65 años de edad, quien pese a las carencias, decidió abrir las puertas de su hogar y exponer sus dificultades.
Ella vive en la colonia El Refugio, ubicada a pocos minutos del Centro Histórico. Con el paso de los años, la mayoría de las casas se ha ido modernizando; sin embargo, las condiciones en que vive Soledad son realmente precarias.
A diferencia de otras viviendas de la colonia, la suya es única por una razón: está construida con tejas y cartones.
Además, al no ser considerada una zona marginal de la ciudad, programas como El Cobijazo o la sustitución de casas de cartón por viviendas de ladrillo no llegan a beneficiarla.
"Yo creo que he de ser la única de la colonia con casa de teja y por eso no vienen a ayudarnos".
Soledad no es beneficiaria de programa alguno, pues cada vez que ha tocado una puerta para pedir apoyo, este se le ha negado.
El ingreso de la casa corre por cuenta de su hija y nieto, quien dejó de estudiar para trabajar en una maquiladora. Doña Soledad vende panes para ayudar a conseguir dinero.
