Santos Laguna cae terriblemente en un tobogán de malos resultados, pero (eso sí) con sus valores intactos. Tras la nueva sacudida sufrida en manos de Cruz Azul, ya no hay Romano a quién echarle la culpa. Tantos eventos convocando a una afición que jamás ha dejado de asistir; tanta palabrería de esfuerzo, unión y compromiso, que se queda en eso, en palabras.
Un equipo doblemente subcampeón, naturalmente se desgasta en el ámbito mental. Soy de la idea que Romano no debía seguir en el equipo, no tanto por malos resultados, sino que su argumento en el vestidor, tras dos finales perdidas, iba a estar desgastado y poco creíble. Lo mismo sucede ya con algunos jugadores, que no obstante siguen siendo buenos elementos, es visible están ciclados ya con el equipo.
Pero la separación de Romano se debió haber dado al inicio del torneo, y no de forma tan poco lógica, argumentando una ridícula falta de valores. Rubén se equivocó en muchas cosas: se enganchó con un medio de comunicación y con un sector del público, insistió en un planteamiento mediocre, no ganaba los partidos importantes, pero no merecía ser cortado así, de forma tan inquisitiva; los jugadores no merecían que se les interrumpiera un plan de trabajo a mitad de camino, pues ha sido visible su molestia y actitud después de tan desafortunado evento; y los aficionados no merecen estar viendo, viviendo y sufriendo las penas que está dando ahora el equipo.
El famoso comité deportivo de Santos Laguna debió ser prudente y considerar que se aproximaban 5 partidos en forma consecutiva de vital importancia, dos de Concachampions y tres de liga, en los cuales apenas y se iba a tener tiempo de planificar.
La consecuencias: Santos una vez más queda fuera de la oportunidad de asistir al Mundial de Clubes, pero con sus valores muy en alto, eso que ni qué. Segunda posible consecuencia: dentro de lo que no nos gustaba a muchos el accionar de Romano, Rubén dejó al equipo en zona de calificación, con excelentes números como visitante (pésimos como local) y con la esperanza de acceder nuevamente a la liguilla; ahora parece que ese segundo objetivo también se viene abajo. De los 5 partidos que la directiva arriesgó para cambiar de técnico, ya se han perdido 3 y un torneo internacional en el fracaso.
Diego Cocca es el menos culpable de esta debacle, porque en su rostro se nota que no tiene la mínima idea de lo que a su alrededor acontece. Se le nota hasta asustado. Con este elemento clave no informado, todo mundo tiene la excusa de curarse en salud tras el muy probable fracaso del equipo en este torneo, cosa que no deseo.
Me da pena por la afición, que sin el apoyo emocional de antes, ha sido juzgada tan injustamente como Romano lo fue, sin ver que llena el estadio y consume incondicionalmente. La toma de decisiones tan radicales ha sido lo que ha dañado al equipo en el último mes; En el conocimiento supuesto de Cocca y en la actitud de los jugadores, está el intentar salvar este torneo, aunque no se infundan valores.
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