La FIFA ordenó al comité organizador del mundial Sub -17 que se celebrará en México el próximo junio, que se cambie el logotipo de Torreón como sede por obtener una imagen religiosa. En efecto, el logotipo que se presentó era el del Cristo de las Noas con tipografía y colores muy partidistas y tuvo que ser modificado por el de un simple torreón como el que se ubica en la entrada de la ciudad.
México es un país católico, el segundo del mundo en fieles, sólo por debajo de Brasil. La tradición católica y también cristiana están tan arraigadas a nuestra vida diaria que es sumamente raro tener un vecino o compañero de trabajo de otra religión, como sí sucede en países cosmopolitas como Estados Unidos, Canadá, Francia o Alemania. Ante la ausencia de tal diversidad, no estamos acostumbrados a la tolerancia, el respeto, la comunicación y a la posibilidad de que existen otras opciones igual de respetables (los recién citados sí que son valores, ahora tan de moda en nuestro futbol).
Precisamente estos torneos internacionales (mundial de futbol, olimpiadas, torneos continentales), aunque su principal objetivo en la utilidad económica, se promueven también para asomarse a las diferentes culturas, estrechar lazos, conocer la otredad y dar el ejemplo a la niñez de que el deporte puede acercar diferentes culturas con el fin de encontrar una formada de coexistir civilizada.
Con el logotipo del Cristo de las Noas no se le estaba dando la bienvenida a países con diferentes creencias, religiones, filosofías, formas de vida, ideas. Y es muy importante que un país tan violentado como el nuestro otorgue un cálido recibimiento a sus visitantes que podrán ser de la Europa Oriental, africanos o asiáticos, tan diferentes a nosotros en ritos y ceremonias.
El principal error en la historia de la humanidad, y sobre todo por parte de los occidentales, ha sido tratar de convertir. Tratar de hacer al otro como yo, o eliminarlo. Esto sólo ha generado violencia y muerte. Por eso fue tan afortunada la re-organización de las Olimpiadas en 1896 en Atenas, reflejando el espíritu modernista que vivía el mundo entero. Después llegaron los Mundiales en 1930 y el deporte tuvo una función social muy relevante que hasta la fecha ha madurado promoviendo el juego limpio y la caballerosidad ante el que es diferente.
Ni México, ni Torreón como sede, ni Santos Laguna como anfitrión, deben ignorar estas cuestiones. Pues la religión se practicará en los recintos que cada persona crea conveniente, pero el futbol, es exclusivo de la cancha. Y eso se ha perdido de vista.
Aleson2001@hotmail.com