Uno recuerda por qué gustamos del futbol cuando presenciamos épicas deportivas como la desempeñada por el Real Madrid y Barcelona en la final de la Copa del Rey. Porque el juego no comenzó en el minuto uno, sino que la gran historia y rivalidad de estos equipos a través de los años, hacen revivir viejas rencillas y un añoro de venganza en el momento en que el árbitro silba el inicio del encuentro.
Mourinho nuevamente gana una copa. ¿cómo lo hace? Hay algunos mortales que son escogidos por los dioses. Simplemente todo lo que tocan lo convierten en oro, como descendientes del mítico Rey Midas. Nacen bajo esta constelación gente como Mourinho, Guardiola, Messi, Christiano y hasta el Chicharito.
Aunque en la primera parte se impuso el futbol destructivo del Real Madrid, en el segundo tiempo Barcelona le recordó al mundo cómo se juega este bello deporte y despertó en sus mismos rivales la envidia de quererlo hacer también de forma tan elegante. A final de cuentas, en los merengues también existen jugadores con talento excepcional que poseen magia en los pies.
Iker Casillas sacó goles ya cantados. El portero madrilista fue clave para mantener el cero y que a la postre Christiano Ronaldo deleitara al planeta entero con un soberbio gol precedido de una excelente jugada a primer toque entre varios fantasmas merengues. El despliegue físico de CR7, su oportunismo y vitalidad son dignos de competir a la magia que Leonel Messi reparte en el medio campo. En esta ocasión no le alcanzó a la Pulga Messi pero el espectáculo que brinda con sus compinches Dani Alves, Iniesta, Pedro y Xavi a la hora de ofender es imperdible.
Guardiola pierde su primer final y Mourinho sigue acumulando reinos y riquezas. Pero quien realmente triunfa en esta rivalidad es el futbol y el público amante del buen jugar, pues aunque seamos partidarios de unos u otros, reconocemos la excelente dinastía de este Madrid campeón y este Barcelona multicampeón.
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