Cuando Benjamín Galindo sonó como candidato para dirigir a Santos Laguna fui el primero que pegó el grito en el cielo. Ya en alguna columna anterior, hace dos semanas, externé mis razones por las cuales el buen Benja, a mi juicio y basándome en lo frío de los números, no tenía los méritos para ser el timonel de los Guerreros. Una vez que se hizo oficial el nombramiento de Galindo, fui el más pesimista y auguraba un futuro del todo negro para Santos.
Por mi postura, tengo que ser el primero en reconocer que bajo la tutela de Galindo, Santos ha mejorado notoriamente: quizá el desempeño del equipo puede gustar o no, pero lo que es cierto es que los resultados mandan en el futbol y Benjamín los ha obtenido: sacar dos triunfos consecutivos como visitante en cualquier parte del mundo es difícil, no importa cómo se llame la liga. Santos los obtuvo ante San Luis y Puebla en la liga, más un festín de goles que se dio ante el Isidro Metapán en el torneo Concachampions, también bajo la dirección del Maestro.
Nunca le deseé a Benjamín Galindo un mal desempeño, jamás se lo desearía a ningún integrante del club Santos Laguna, equipo de mis amores. Según mi criterio, no era el indicado. Según los resultados, reconozco que las segundas oportunidades son valiosas y depende de quien la reciba aprovecharla o no. Y parece que Benjamín Galindo está decidido a tomarla. Lo que es más: Galindo lleva tres triunfos consecutivos al mando de Santos, cuando en su primer etapa había sido el único entrenador en la historia del club en no haber conseguido victoria alguna. Así es la vida, así es el futbol.
Bien por Benjamín, ojalá Santos siga con este paso y su futbol vaya mejorando paulatinamente, pues aunque los resultados han sido benéficos, el desempeño aún tiene detalles que se tienen que corregir, sobre todo en el aspecto físico y de ubicación.
En el futbol hay poca memoria, y eso es injusto. Lo que sí es justo es que en el futbol no se vive del pasado. Si Benjamín comienza a fallar, si toma malas decisiones, si se pierden partidos por su mala dirección, por muy bien que nos caiga el Maestro, por gran figura que haya sido, por más amable que sea con nosotros los de los medios de comunicación, que lo es, todo habrá que decirlo. Ahora le aplaudimos y le reconocemos, porque ha hecho bien las cosas. Mañana, no lo sabemos. Suerte a Benjamín, Adomaitis y López y que todo sea por el bien de nuestra comunidad y de la del Santos Laguna.
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