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Solo y Sin Marca

ALEX RODRÍGUEZ

La tardía pero valiosa iniciativa educativa que han propuesto equipos como Chivas, Santos, Pachuca y Pumas es cada vez más urgente. El polémico festejo de Marco Fabián y Alberto Medina el pasado fin de semana ponen en rojo los focos de lo que se comunica a través de la cancha y lo que el niño, adolescente, padre de familia y miembro de la comunidad logran percibir por medio de sus ídolos.

Vivimos en un país muy violento y seriamente rezagado en educación. Quienes tenemos la oportunidad de aparecer en los medios de comunicación, como periodistas, actores, cantantes, conductores, nos hemos unido formal o informalmente para enviar un mensaje de respeto, paz y tolerancia por lo desgastada que está nuestra sociedad y por lo que al menos podemos hacer para rescatarla.

Semanas atrás, los insultos soeces que casi llegan a los golpes entre el santista Carlos Adrián Morales y el rayado Neri Cardozo fue más lamentable que un simple encontronazo deportivo, tan común. Ambos olvidaron que el partido se efectuaba en nombre de la urgente paz que necesitamos en México, que se soltaron globos blancos al cielo en busca de un llamado divino, que tanta rivalidad entre ambas ciudades se unían porque las dos habían sido cruelmente golpeadas por la violencia en días anteriores (balacera fuera del TSM y tragedia del Casino Royal); y estos dos van y se encaran de una forma violenta al final, echando a perder los objetivos simbólicos de dicho encuentro. Después se piden las disculpas, que son obligadas por la institución a la que representan y por el mismo deporte al que pertenecen.

Ahora Marco Fabián ejecuta mímicamente a Alberto Medina en el festejo de un gol chiva, sin la más mínima sensibilidad a las familias (y al país) que ha tenido que pasar por tan triste situación. Garantizo, en un ataque de optimismo y fe en la especie humana, que ni Carlos Adrián Morales, ni Neri Cardozo, ni Marco Fabián, ni Alberto Medina lo hayan hecho con malicia o queriendo afectar a alguien. Fue por falta de conciencia y conocimiento de en dónde están, de qué representan, de quiénes los ven, de a quién se dirigen, de quiénes los imitarán, de qué figuras públicas, paternales y familiares son. Es simplemente falta de educación deportiva, social y cultural. Sé que en otros países no será necesario porque las circunstancias son distintas, pero particularmente en México es imperativo que el futbolista, figura increíblemente sobrevalorada e influyente, aporte para difundir el mensaje de sí al deporte y a la educación y no a la violencia, los pleitos, los insultos y ¡mucho menos a las ejecuciones! La mentalidad del futbolista no debe seguir estancada en su idiosincrasia de hace 10 años, vivimos en un país distinto y urge su colaboración.

Aleson2001@hotmail.com

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