Perder el martes pasado ante Morelia tuvo un sabor muy particular en la gente que asistió al estadio. Lo sé porque ahí estuve y el amargo sabor no fue ese que se siente cuando el equipo pierde, porque el futbol y el deporte es así: a veces se pierde y el aficionado siente coraje, frustración, enojo, pero sabe que la próxima semana las cosas se pueden componer.
Ahora no, contra Morelia el martes, no. Pienso que el sentimiento era de tristeza, desaprobación y decepción. Para el aficionado no era tan atractivo ir al estadio en martes a ver solamente 50 minutos de juego. Es cierto que los boletos estaban por demás accesibles, pero el periplo para llegar al inmueble, los gastos dentro del mismo y la salidita entre semana, no llegaban en su mejor momento. Sin embargo la afición fue. No fue un lleno total, pero fue una magnífica entrada dadas las condiciones antes mencionadas.
La poca o nula entrega que tuvo Santos ante Morelia fue la causa de tristeza y decepción que se provocó en el aficionado. Todos mal. Salinas que era el que más o menos rescataba al equipo, dando fortaleza a la media cancha, Benjamín Galindo con la mano en la cintura decide sacarlo (también contra Tigres, cuando Salinas jugaba muy bien) y el equipo nuevamente quedó roído. La inexplicable entrada de Chema Cárdenas terminó por desesperar a la tribuna que se hizo presente con el abucheo general. Oswaldo reaccionó ante unánime reclamo, pero a quien debió reclamar es a sus jugadores, que no daban un pase fino, que no hacían por el balón, que eran superados muy fácilmente, que no estaban concentrados, que se les veía dormidos, tal como se vieron en los primeros diez minutos en la cancha de Estudiantes, sin la más mínima ambición por ganar, por calificar, por asegurar un boleto de una vez por todas. ¿Cómo un equipo que tuvo 5 victorias consecutivas juega (o no juega, más bien) de una forma tan irreconocible? ¿Es acaso Juan Pablo Rodríguez todo el equipo y su ausencia pesa tanto? No creo lo segundo. Desde hace 4 fechas que con la victoria se puede asegurar la calificación (Estudiantes, América, Tigres, Morelia) y el triunfo desesperadamente no ha llegado. Lo que es peor, la calificación está en peligro y no se ven signos de mejoría. Para lo salado que está Benjamín, jugándose la calificación ante Atlas en casa, o Santos mejora el severo desorden de su línea defensiva, se vuelve preciso en media cancha y Galindo realiza cambios inteligentes y no con el mero afán de hacerlos por hacerlos, o volveremos a ver la fiesta desde afuera.
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