La semana pasada señalábamos que el problema del agua contaminada con arsénico implica la recuperación del acuífero principal, hoy sobreexplotado, debido a que la extracción es mayor a la disponibilidad; pero también decíamos que la complejidad de esta cuestión obliga la aplicación de soluciones en el corto, mediano y largo plazo, algunas de ellas ya contempladas en el diagnóstico que ha realizado la Comisión Nacional del Agua (CNA), las cuales, sin embargo, habrá que precisar o enfatizar puesto que no se desagregan de la misma manera, quizá por el grado de conflicto que presentaría aplicarlas. Comentaremos dos de ellas que podrían implementarse en el corto plazo con un margen manejable de conflicto, y otras dos a mediano plazo, que inevitablemente provocarían controversia, particularmente con los grandes usuarios del agua.
La gravedad del problema que enfrenta una parte importante de la población urbana y rural de La Laguna, de ingerir cotidianamente agua con concentraciones de arsénico muy por encima de la NOM-127-SSA1-1994, obliga a aplicar soluciones apremiantes por el impacto que tiene en su salud, desde aumentar la propensión a la diabetes hasta cáncer, sobre todo en los grupos vulnerables (mujeres embarazadas, niños y adultos mayores).
Al respecto, la respuesta oficial se ha centrado en utilizar tecnologías de remoción del arsénico a nivel de los pozos que surten núcleos poblacionales urbanos, aunque también deberían ser rurales, las cuales tienen la ventaja de operarse en aquellos pozos que constituyen focos rojos y se podría atender, aún cuando sea temporalmente, el problema de manera focalizada; sin embargo, presentan como desventaja su alto costo económico, la infraestructura y personal especializado que requieren para manejarlas, pero sobre todo, que sólo una parte mínima del volumen filtrado se destinaría a la ingesta (dos litros diarios por persona) y el resto terminaría en el drenaje (más de 300 litros diarios por persona), considerando que el consumo pércapita en cada vivienda es entre 300 y 340 litros diarios.
Considerando que el problema no sólo se presenta en la zona metropolitana de la región, sino que abarca otras localidades urbanas y rurales que en conjunto consumen el 25% del agua por encima de la Norma Oficial, habrá de tomarse en cuenta la propuesta que realiza el Dr. Gonzalo García, de instalar plantas que remuevan el arsénico y surtan agua en garrafones en aquellos sitios de la ciudad y el campo donde el problema es grave y la población pueda adquirirlos a bajo costo y con una menor inversión, como una opción más viable que los filtros en la medida que sólo se procesa el agua destinada a la ingesta.
Por otra parte, no se ha estudiado debidamente el impacto que tendría la recuperación permanente o por diferentes períodos del año, el caudal ecológico (flujo del río), en la recarga de los pozos conectados al cauce del Río Nazas en el tramo que atraviesa la zona metropolitana, opción que si bien sólo beneficiaría a una parte de la población de ésta, contribuiría de manera natural a reducir sus abatimientos, por lo que mientras no se realicen las mediciones de los volúmenes a través de la red piezométrica de esos pozos se desconocerá en qué medida se produce esa recarga, información necesaria para determinar su viabilidad y que, de ser posible, también aumentaría los valores escénicos del área urbana donde hoy sólo vemos el lecho seco del río. Para ello, se podría aprovechar la cesión que los agricultores han ofrecido de los derechos de agua por 50 Mm3.
Otras opciones que se plantean a mediano plazo poco se consideran por el conflicto que provocarían derivado de los patrones de uso del agua adoptados por los usuarios y que se han convertido en un abuso, principalmente agropecuarios porque el 84% del volumen extraído se destina a ese fin, sería, en primer término, establecer la medición telemétrica (conectada al satélite para tener información confiable) de esos volúmenes bombeados en cada pozo, en la medida que según información oficial de la CNA, se están extrayendo 1010 Mm3 cuando están concesionados 702 Mm3 y, peor, se disponen 519 Mm3. Entonces, parece ser posible reducir la extracción en 308 Mm3 si tan sólo se ajusta lo extraído a lo concesionado, es decir, si se aplica la regulación dispuesta en la Ley de Aguas, volumen nada despreciable que reduciría significativamente la sobreexplotación de nuestro acuífero principal.
Otra alternativa, también aplicable a mediano plazo, es reducir drásticamente la superficie de alfalfa, hoy en día principal beneficiario del agua del subsuelo y complementariamente de la presa; el año pasado se sembraron en la región 38,501 ha, con lámina de riego promedio estimada entre 1.6 y 1.8 metros (equivalente a 16 a 18 mil m3 por hectárea), considerando que la mayor parte de los productores ya aplican tecnologías que han aumentado la eficiencia en la distribución y aplicación del riego en los predios (con tubería y válvulas alfalferas), consume entre 616 y 693 Mm3 de agua al año, es decir, un volumen mayor al disponible en el acuífero principal o casi el concesionado. Tal parece que habría que priorizar la investigación en aplicación de dietas para el ganado basada en forrajes alternativos a la alfalfa, ya que los resultados experimentales obtenidos en su producción con valores nutricionales iguales o mejores a la reina de los forrajes, y una mayor productividad del agua, se han generado en la investigación agronómica desde hace tres décadas y podrían reducir en un porcentaje importante la demanda de agua para la agricultura.
Ciertamente, estas opciones implican cambios relevantes en el consumo de agua en el sector agropecuario, pero quizá donde más se necesitan es en la cultura del agua de los grandes usuarios en tanto principales concesionarios de los volúmenes extraídos del más importante cuerpo de agua dulce subterráneo de la Cuenca de los Ríos Nazas-Aguanaval, por lo que difícilmente se cambiarán los patrones de uso, y por consecuencia tampoco se resolverá el ya anacrónico problema de calidad del agua para uso doméstico, si no se asumen como parte del problema y la solución, ya que al parecer han evadido esa responsabilidad social por mucho que en sus empresas agroindustriales se certifiquen con ese reconocimiento. Estas opciones, y otras más, son propuestas por la coalición de grupos civiles que confluimos en Encuentro Ciudadano Lagunero, quienes seguimos convocando a los grandes usuarios integrados al corporativo lácteo más importante de la región, de los cuales no se ha obtenido respuesta.