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'Son sabiduría y enseñanza'

Dedicación. Ana María Ávila Garza es una lagunera que se ha distinguido por su apoyo a las personas de la tercera edad.

Dedicación. Ana María Ávila Garza es una lagunera que se ha distinguido por su apoyo a las personas de la tercera edad.

CRISTAL BARRIENTOS

Desde hace 35 años, Ana María Ávila González está dedicada al cuidado de las personas de la tercera edad. En estos años ha hecho de todo por ellos: recaudar fondos, cuidarlos, alimentarlos y, lo más importante, escucharlos y quererlos.

Ana María Ávila González tiene 69 años de edad, y aunque dice ya no tener la misma energía como cuando comenzó a trabajar de manera altruista en el grupo de Damas Voluntarias de la Casa del Anciano Doctor Samuel Silva, seguirá apoyándolos hasta que sus fuerzas se lo permitan.

"Hace 35 años llegué a ayudar a las Damas Voluntarias de la Casa del Anciano y desde entonces esto es mi vida. En ese entonces necesitaban gente joven y pues yo lo era, así que de inmediato me sumé a este esfuerzo".

 DONATIVOS

Al principio, su trabajo consistió recaudar donativos mensuales, pero cinco años después la gente ya no ayudaba tanto. Entonces, Ana María y las damas voluntarias, tuvieron la idea de hacer un bazar donde todas las ventas fueran destinadas para sostener la Casa del Anciano.

El bazar se realiza dos veces al año gracias al grupo de voluntarias. "Al principio era integrante del patronato de la Casa del Anciano, pero actualmente me dedico más bien al cuidado de las personas de la tercera edad".

Dice que cuando comenzó con su labor altruista todo se le hacía fácil y entre ella y las voluntarias hacían hasta lo imposible por convencer a las personas de contribuir con donativos económicos para la Casa del Anciano.

"Éramos todas muy jóvenes y pensábamos que podríamos lograr cualquier cosa. Para nosotras es una forma de vida porque no lo sentimos como un trabajo sino como una recompensa".

 BENDICIONES

Las bendiciones que le dan las personas de la tercera edad cada vez que se despide de ellos, le dan fuerza para seguir adelante con su trabajo.

"Son una bendición y una alegría, y necesitan de nuestra ayuda. Lamentablemente la situación económica actual no permite que muchas personas ayuden con donativos económicos fijos pero pueden hacerlo comprando cosas en el bazar que organizamos".

Durante el año, Ana María se dedica a seleccionar toda la ropa, zapatos, muebles, accesorios, todo tipo de artículos para venderlos en el bazar y así seguir recaudando fondos para la Casa del Anciano.

"Todos los días checamos las cosas y vemos qué precio les podemos poner".

Además de las actividades del bazar, los martes, Ana María y el resto de las voluntarias juegan con los adultos mayores a la lotería y ganan premios como jabones, papel de baño, entre otros artículos.

"Hace tiempo intenté ir a ayudar a otras asociaciones civiles pero no pude. Para mí los viejitos son mi vida, son sabiduría y enseñanza. Me gusta mucho escucharlos hablar sobre su vida, y eso les ayuda mucho porque cuando hablan sacan todas sus tristezas y dolor".

 ABANDONO

A Ana María le duele la soledad las personas de la tercera edad, pues hay muchos casos en donde sus hijos los abandonan porque no quieren hacerse cargo de ellos o simplemente porque sus ocupaciones y trabajo no les permite cuidarlos ni visitarlos.

"Nos tocaron casos de que venían y los dejaban abandonados afuera de la casa y ya nunca regresaban por ellos. Eso fue hace años, últimamente ya no sucede, gracias a Dios".

A lo largo de sus años de trabajo en esta asociación civil, se ha dado cuenta que cada vez es mayor la indiferencia de las personas hacia los adultos mayores.

"Antes la gente que estaba aquí era porque sus hijos no tenían dinero para mantenerlos y venían a visitarlos, pero ahora es porque no quieren batallarlos o no pueden hacerse cargo de ellos".

Le da tristeza que a los jóvenes no les interese ayudar a las demás personas, incluso en el grupo de voluntarias de la Casa del Anciano todas son mujeres mayores porque no hay muchachas interesadas en formar parte de esta causa.

"No solamente podrían ayudar a los adultos mayores sino a otras asociaciones de niños, en fin, hay muchas personas que necesitan ayudan pero cada vez son menos las que están dispuestos a dar su tiempo".

 FAMILIA

El padre de Ana María murió a los 92 años, y como hija mayor se involucró muchos en sus cuidados aunque él siempre se valió por su mismo. "Me lo traía al patronato a que me ayudara, y fue un hombre muy activo".

Dice que gracias al apoyo de sus hijos y su esposo, ha podido dedicarle mucho tiempo a la Casa del Anciano, incluso ya saben que cuando son los bazares ni siquiera se aparecerá a comer en casa.

"Hasta que ya no pueda voy a seguir aquí ayudando a la Casa del Anciano; yo también ya estoy viejita como ellos y cuando vea que ya no les soy útil me iré".

Donativos y ayuda

Puede ayudar a la Casa del Anciano con:

⇒ Donativos en efectivo o en especie como pañales, ropa, comida, y medicamentos, entre otros.

⇒ Realizar trabajo social.

⇒ La Casa del Anciano se encuentra ubicada en la calle Juan Pablos número 222, frente al Bosque Carranza.

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Escrito en: Casa del Anciano

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