Experiencia. Sting debutó en Viña junto a The Police en los 80.
A sus casi 60 años, Sting fácilmente podría estar en su casa jugando con sus perros y mostrándole a sus nietos algunas imágenes de su esplendoroso pasado musical.
Vestido de riguroso negro y con una atlética figura que desmiente su real fecha de nacimiento, Sting puso los pelos de punta en un auditorio que, más que extasiado, seguía con respeto inmutable su repertorio inscrito con letras doradas. No se ahorró nada. En sus casi noventa minutos, desfilaron insignes singles como Every Little Thing she Does is Magic, Roxanne, Englishman in New York y Fields of Gold, entre otros, que remecieron por su belleza y pulcritud. Todo estaba fríamente calculado. Con una milimétrica perfección, cada instrumento se oía prístino y resplandeciente, mientras el músico se daba tiempo para coreografías y pequeños jueguitos que encendieron al público.
Aunque no entendió los premios -miraba con cara de asombro-, Sting se sintió feliz y agradecido. Y cuando no tenía nada más que ofrecer -sus músicos ya se habían retirado-, tomó la guitarra e interpretó "Message in a Bottle" a capella. Fue una despedida solemne y preciosa. Y una evidencia que, sin querer, entró en los anales del certamen viñamarino. Para ponerse de pie.