Gómez Palacio

Su misión: ayudar a quien lo necesite

Ayuda. Un par de lonches y una pequeña botella de agua es un gran apoyo para los centroamericanos que buscan cumplir sus sueños.

Ayuda. Un par de lonches y una pequeña botella de agua es un gran apoyo para los centroamericanos que buscan cumplir sus sueños.

SANDRA SILVA

Tan sólo por el placer de ayudar, un hombre se arriesga a ser presa de la delincuencia que impera en la oscuridad de la noche para brindar a sus semejantes un "taco" para que se lo lleven a la boca al menos una vez al día.

 CON ESPERANZA

Noche con noche Marcial Aguilera recorre a pie las vías del ferrocarril desde la Presidencia Municipal de Gómez Palacio y por la colonia Santa Rosa.

El trabajo para llevar un poco de alimento a los indocumentados que viajan en el tren con rumbo a la frontera con Estados Unidos de Norteamérica comienza desde la mañana.

Lucy, la esposa de Marcial, se levanta de la cama alrededor de las 5:00 de la mañana para comprar la materia prima de la comida, pan, carnes frías, verdura y agua.

Durante el día comienza a preparar lonches; luego empacan de dos en dos con una botella de agua de 500 mililitros, "no es mucho, pero en algo les ayudará para pasar al menos unas horas sin hambre", mencionó Lucy.

Ya entrada la tarde, los más de 25 paquetes de comida que reparten diarios son puestos en una rejilla de plástico para que Marcial los lleve a sus destinatarios.

Marcial espera a que den las 7:00 de la noche para llegar a bordo de su carro al estacionamiento trasero del Palacio Municipal.

Desde ahí empieza su recorrido que termina aproximadamente a las 10:30 de la noche.

A lo largo de su caminata, entre piedras, pozos, las vías y uno que otro pedazo de fierro desprendido, Marcial avienta los paquetes de comida a los indocumentados que viajan a tren.

Marcial defiende su postura de que la mejor paga que pude recibir no es material; una simple sonrisa o a veces un abrazo de quienes ayuda es más que suficiente para regresar satisfecho a su casa.

"He sido presa de muchas críticas, algunas personas me han dicho que al menos cobre un 'costo de recuperación'; pero no creo que eso me pueda satisfacer tanto como un agradecimiento sincero", explicó Marcial mientras alzaba su mirada al cielo.

 NO HAY DIFERENCIAS

La familia de Marcial y Lucy han tenido temporadas difíciles, pero no flaquean en su lucha por ayudar a quienes lo necesitan.

Muchas veces han sido marginados por otras asociaciones y políticos por ser cristianos; sin embargo ellos aseguran que ese no es impedimento para continuar con su labor.

"Siempre que una puerta se te cierra hay diez que se abren y nosotros sólo nos dedicamos a ayudar a quienes más lo necesitan sin cuestionarnos de qué religión serán o si son partidarios de algún partido político, eso no importa, sólo cuenta que hay necesidad", aseguró Marcial.

Además comentó que con estos pocos paquetes de comida que reparte diario no sólo se beneficia a los indocumentados; algunos indigentes que se ven vagar por el lugar también reciben este apoyo.

"En mi familia tenemos la idea de ver por la gente que no tiene con qué pagarte, los ancianos, los indigentes y los indocumentados, que a nadie le interesan porque no pagan impuestos o simplemente no emiten ningún voto en temporada electoral", reiteró.

 COMO UN SUEÑO

Desde hace seis años Marcial iba a las vías que se encuentran en la colonia Eduardo Guerra de Torreón, ahí repartía paquetes de comida a los indocumentados.

Aseguró que cada vez que escuchaba y veía noticias en la televisión de mujeres y niñas indocumentadas que han sido violadas sentía una gran impotencia, pero no sabía cómo ayudar.

Sin embargo, la frase que siempre pronuncia "no te preocupes, ocúpate", lo llevó a tener una plática con su esposa sobre el tema y decidieron ayudar aunque sea con un poco de alimento a las personas que pasan una larga y frustrante travesía por todo lo largo del país con la esperanza de lograr el "sueño americano".

Con el paso de los años, por la ola delictiva que le impidió que Marcial le diera continuidad a su labor, decidió retirarse por un tiempo.

Durante esos años formó junto con su familia una asociación civil llamada "Yhvh Jhanun Vera Jhum", que en hebreo quiere decir "Dios es clemente y misericordioso", en la que reciben a personas de la tercera edad e indigentes para alimentarlos tres veces al día.

Además regalan despensas, medicamento y ropa a personas de escasos recursos.

Hace seis meses, aproximadamente, Marcial y Yareth, su hijo, estuvieron analizando la posibilidad de volver a llevar comida a los indocumentados.

Es así como regresaron a su labor en las vías del tren, pero en esta ocasión en Gómez Palacio, a la altura de la Presidencia Municipal.

Desde entonces, ambos llevan todos los días la comida a las vías del ferrocarril; a la altura donde se dividen entre la que va a Ciudad Juárez y a Laredo.

 LOS CURAN

"Procuramos traer material de curación para atender algún problema de la piel que pueda tener alguna persona", explicó Marcial, al referirse a muchas personas que tienen que viajar por días en los estribos de las escaleras de los vagones.

Explicó que muchos cuentan con al menos una cuerda para amarrarse y así evitar caerse en caso de estar cansados; otros más saben que si se duermen pueden perder el equilibrio y caerse del tren; sin embargo no es una simple caída, pues la velocidad que lleva el ferrocarril atrae los cuerpos hacia las ruedas, provocando que haya personas muertas y descuartizadas.

"Todos hacemos un 'drama' cuando nos sale una pequeña ampolla en un dedo o en un pie; pero estas personas terminan con los pies todos ampollados y llegan a adquirir alguna infección a causa de que no son atendidos", explicó Marcial.

 MUCHAS HISTORIAS

Durante todo este tiempo Marcial ha recabado un sinnúmero de historias de gente que monta el ferrocarril durante más de cuarenta días que dura el recorrido desde la frontera sur hasta la norte.

José Carlos, de 32 años, originario de Honduras, comentó que desde los once años inició con sus viajes; a veces de raid, otras más en el tren y caminando.

Desde pequeño fallecieron sus papás y sus hermanos viven en Estados Unidos.

Tiene la esperanza de "cruzar para el otro lado", pero no descarta la posibilidad de encontrar un trabajo en Gómez Palacio; sin embargo aseguró que de no ser así viajará para Chihuahua, donde buscará oportunidades.

Ante la situación que vive, José Carlos explicó que la idea de conseguir trabajo es poder juntar dinero para pagarle a un "coyote" y que lo pase a Estados Unidos.

No sabe cuánto cobra, no sabe dónde está, sólo sabe que su misión es encontrar uno para que lo pueda cruzar.

Comentó que sabe trabajar como albañil o carpintero, pero siempre que va a pedir trabajo lo rechazan por su apariencia andrajosa, pues pasa largas temporadas sin poder darse un baño.

Aseguró que el acoso que sufren por parte de los policías les hace más difícil su deplorable estadía en esta ciudad.

"Nada más llegan los policías y nos empiezan a revisar a todos para ver qué es lo que traemos y quitárnoslo; si uno no trae dinero lo mandan a un crucero a pedir dinero o limpiar parabrisas para tener algo para darles", explicó José Carlos.

Comentó que casi todos los días llegan los uniformados para pedirles dinero, recordó que un día le quitaron dos pesos, "estaba juntando para comprarme un cigarro y me dejaron sin nada", agregó.

Desde hace tres meses José Carlos llegó a vivir a Gómez Palacio, vive en un edificio abandonado que está a espaldas de la Presidencia Municipal en compañía de otros indocumentados; aseguró que sólo espera a que pase el frío y retomará su camino tumbo al Norte.

"Las personas vienen y nos ayudan, nos regalan algo de ropita, hasta los 'cholos' pasan y algunos se han quitado hasta la camisa para regalárnosla", dijo agradecido José Carlos.

Comentó que aveces entran a alguna colonia y la misma gente es la que les regala de perdida un vaso con agua.

Por su parte, Ernesto Cázares Campos, alías "El Barbas", de 55 años, procedente de Jalisco, dijo que no sabe a dónde llegará, sólo espera llegar a donde se lo permita la vida.

Lo más lamentable que ha sufrido durante su viaje por el tren, es que la gente les lanza piedras; aseguró que principalmente los niños son los que los agreden.

Explicó que a lo largo de su camino se ha topado con gente que los ha ayudado.

Procedente de El Salvador, Karina, de 32 años, viaja en este país desconocido para ella en compañía de sus dos pequeños hijos.

Ella espera juntar algo de dinero para poder comprar el pasaje de regreso a su lugar de origen, ya que no quiere correr el riesgo de que les vaya a pasar algo si viajan en el tren.

Es así como se van entrelazando cada día historias de estas personas que tienen que pasar por grandes retos con el deseo de cumplir el "sueño americano", que en ocasiones llega a convertirse en toda una pesadilla.

Autoridades y sociedad son las responsables de no hacerles más difícil el camino a estas personas.

Gracias a la aprobación de la Ley migratoria se busca dignificar a todas estas personas que se juegan la vida al viajar en el tren.

25

 PAQUETES

De comida reparten todos los días en las vías del tren.

30

 PERSONAS

Reciben sus tres comidas diarias en la asociación.

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