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SU SALUD BUCAL

Dr. Manuel Acuña Cepeda

ESTRUCTURA DEL IMPLANTE

En el último siglo hemos sido testigos de uno de los más grandes descubrimientos en la odontología, Los implantes dentales oseointegrados de forma de raíz dental; como pilares para soportar puentes, coronas o placas dentales. Dicho hallazgo por el maestro Branemark en 1982 ha marcado la pauta en una nueva era en la odontología, una bella disciplina que dista mucho de estar a su máxima capacidad. Los implantes o tornillos desde un punto de vista de la topografía o forma y de la composición química/bioquímica superficial, influye en el comportamiento in vivo. Las modificaciones en su forma son relevantes a varias escalas; desde la escala milimétrica del diseño roscado-fijación mecánica a escalas progresivamente menores, hasta llegar a la nanoescala. Recordando que se dice que algo es NANO, cuando mide una millonésima parte de un milímetro. El material soporte de los implantes, es el TITANIO. Un material relativamente inerte y resistente a la corrosión debido a la capa de óxido superficial de unos 4nm: nm o nanómetro = antes un milimicrón. A diferencia de otros materiales, el titanio mantiene esta resistencia a la corrosión también en contacto con medios bioógicos. Conviene aclarar que la interfase unión hueso-implante está formada por una delgada capa no mineral de apenas unos nm o milimicrones, principalmente compuesto por proteoglicanos que separan el hueso nuevo formado del implante una vez oseointegrado. Esta capacidad o condición propia del implante es elemental para adaptarse pues en otros materiales por ejemplo en el circonio, esta capa resulta más gruesa pudiendo alcanzar hasta los 4 micrones; por eso a diferencia del titanio no tiene capacidad de osteointegración. Dentro de la familia del titanio existen diferentes grados de pureza como una subfamilia de titanio con cierto grado de aleación, en particular ésta es la utilizada en la aeronáutica por su mayor resistencia mecánica. Para la fabricación de los implantes se impone los criterios de pureza denominados en grado IV; cuanto mayor pureza del titanio mucho mayor el grado de formación de hueso sobre el implante. El éxito del titanio como biomaterial radica en la estabilidad e integración química de la capa de óxido de titanio que se forma en su superficie, en su inercia química respecto a los fluidos corporales y en su capacidad para evitar la respuesta inmune o de rechazo. Si el titanio posee un cierto nivel de impurezas, la capa de óxido se puede ver alterada y por lo tanto se pueden llegar a alterar las características. Por ejemplo un alto contenido en hidrógeno puede suponer un aumento en la fragilidad del implante por la formación de hidruros de titanio locales. Este tipo de titanios con un mayor contenido de hierro fomenta la estabilización local de la llamada fase B típica de las aleaciones para el sector aeronaútico lo que puede conducir a discontinuidad creando focos de tensión mermando las cualidades mecánicas del producto final. El cuidado en la preparación o control de la composición de lo que va a entrar en contacto con el medio biológico suponen los pilares fundamentales del diseño de superficies de los implantes, el diseño debe ser evaluado continuamente mediante técnicas de microscopía y espectroscopía avanzada. Es importante que el clínico considere los riegos de aleaciones como evaluar las garantías de calidad en producción que ofrecen compañías con clones para competir en un mercado en precio, que sólo nos pone en riesgo con un resultado o respuestas no predecibles e inherentes a la baja calidad.

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