La carne está en el asador. La final a punto de comenzar. Los nervios de punta. Es sólo un gol en contra, pero en territorio felino la misión se antoja complicada. Eso lo saben los aficionados santistas que ayer sufrieron con cada minuto de la final entre Guerreros y Tigres.
Desde la expulsión de Oswaldo Sánchez, el cambio de Darwin Quintero por Miguel Becerra, la amonestación de Salinas, la otra expulsión de Felipe Baloy y los goles de Tigres. Todo lo sufrió y lo sintió la afición local como si estuvieran en el "Volcán" mismo.
Dicen por ahí que "ojos que no ven, corazón que no siente", pero los hinchas Guerreros se mantuvieron frente al televisor durante los 90 minutos de la gran final, así que el nervio se mantuvo de principio a fin.
A pesar del horario atípico para una comida o una cena (6:00), abundaron las reuniones familiares y de amigos con carnes asadas o discadas. Desde temprano y muchos desde ayer, abarrotaron las tiendas de autoservicio para surtirse, obviamente sin faltar la bebida, más fácil de conseguir en estos días gracias a que la Ley Seca no se aplica durante las fiestas decembrinas.
Así que muchos minutos antes de que Marco Antonio Rodríguez diera el silbatazo inicial, la carne ya estaba marinada, el guacamole listo y la salsa más que picosa para botanear. En otros lugares, la carne de puerco se estaba guisando, esperando a la de res y a las carnes frías para la discada. Todo esto con unas cuantas "cheves" encima.
Y rápido "Chiquimarco" se convirtió en el enemigo número uno de la afición. "No era para expulsión". "¿Que no ves que se resbaló por lo mojado?". "A lo mejor sí era penal, pero no para una roja", coincidían muchos en relación a la expulsión de Oswaldo Sánchez.
Todavía incrédulos y con pocas esperanzas ante el relevo del portero Miguel Becerra por el delantero Darwin Quintero, muchos otros le gritaban a Sánchez que ya se saliera de la cancha. "No va a cambiarte la roja", "ya salte Oswaldo", "no pues ya mejor que se acabe el partido".
Casi todos daban el 1-0 a Tigres para ese momento, así que cuando Becerra paró el penal de Lucas Lobos no lo podían creer. Los gritos de alegría, los saltos y los abrazos no se hicieron esperar. El "sí se puede" cobró nuevo sentido.
Nadie se perdía las jugadas y reclamaban cualquier "rozón" de los felinos a los Guerreros. "¿Cómo ésas no las marcas 'Chiquidrácula'?", "no puede estar más vendido", "árbitro Torreón te saluda".
Y vino un "respiro" con el gol de Oribe Peralta. Todavía hay esperanzas. "Ya estamos parejos y como desde el principio (el partido de ida), con un hombre menos". Hay mucha fe y no falta el que, a la víspera del día de la Virgen de Guadalupe se encomienda a ella para pedirle el campeonato: "Virgencita ayúdanos, que les ganemos a esos tigrillos".
Faltaban 15 minutos para el final del primer tiempo y todo el segundo tiempo, entonces las porras estaban a todo lo que daba y así se mantuvieron hasta que inició la parte complementaria. Era fácil creer que Santos podía hacer más, hasta que al 52 llegó la anotación de Héctor Mancilla y cayó como un balde de agua fría encima de la afición.
"No le hace Santos", "todavía se puede", "vamos cabr...", "si vamos a perder, que sea con la frente en alto".
Y es que muchos estaban conscientes de que el panorama era complicado, pero se mostraban conformes con lo demostrado en la cancha por los Guerreros. "Así me gusta, que muestren actitud", "lo bueno que se ve que estamos peleando, no como el jueves que casi no hicieron nada", "qué tiene que no ganemos, pero cuando menos a darles batalla".
Danilhinho vino a acabar con todo optimismo y la afición vio tristemente, cuando el sudamericano empujó el balón hacia las redes, pese a la intervención de Becerra. Se hizo el silencio y hubo quienes empezaron a pensar en la próxima temporada.
Entonces, para colmo llegó la expulsión de Baloy. "Ya mejor cámbienle, está el Dallas-Gigantes por Fox Sports", "ese Chiquimarco de plano no nos quiere", "¿cómo no les marca igual a los de Tigres?", "y luego con esos comentaristas...".
Sin llorar. Al final sucedió lo que muchos habían previsto desde la expulsión de Juan Pablo Rodríguez y el marcador en contra del primer partido. Santos no logró acabar con el fantasma de perder una final fuera de casa y se echó a cuestas un tercer subcampeonato consecutivo. La afición, siempre fiel, empezó a pensar en la próxima temporada, aunque no dejó de lado el sentimiento de "otra vez con uno de Monterrey".
La afición lagunera vibró con la final en distintos restaurantes de la Comarca Lagunera. (Fotografías de Jesús Galindo)