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La percepción de que esta región da más a las entidades a las que pertenece que lo que recibe de las mismas, está muy arraigada entre los laguneros. En Coahuila, son muchos los ejemplos que sirven para dar la razón a quienes creen que la capital de la entidad tiene mucho más atención del Gobierno Estatal que Torreón. Basta con citar sólo algunos.
En Torreón, desde hace meses media docena de obras de infraestructura vial se encuentran rezagadas, pese a que el gobernador con licencia, Humberto Moreira, hoy presidente nacional del PRI, las presentó en su V informe de gobierno como si estuvieran terminadas. Esas obras son el paso inferior Villa Florida, el Sistema Vial Alianza, la antigua carretera a San Pedro y los bulevares Senderos, UAL y prolongación Álamos.
Aunque dichas obras debieron estar terminadas a finales del año pasado, desde entonces las autoridades estatales se la han pasado retrasando los tiempos de terminación recurriendo a todo tipo de excusas. Mientras esto sucede en Torreón, en Saltillo las obras avanzan en su mayoría en los tiempos estipulados y con un volumen de inversión mucho mayor.
Cualquier persona que visite la capital del Estado podrá constatar los notables avances que tiene en infraestructura vial. En Torreón, la obra más importante en este sentido que se ha hecho en los últimos diez años, el Distribuidor Vial Revolución, tuvo que ser demolida por fallas en su construcción y supervisión, sin que, a la fecha, se haya sancionado a los responsables. Hasta ese nivel llega el descuido en esta región.
Pero el abandono del Gobierno de Coahuila alcanza otros aspectos. En materia de salud, desde 1993 esta ciudad no ha recibido una sola inversión por parte de las autoridades estatales. El año pasado se anunció la construcción del Hospital General, obra que hasta el momento está detenida con un 10 por ciento de avance. En contraparte, en los últimos 18 años en Saltillo se han edificado un Centro de Salud Mental, un Hospital Geriátrico, un Hospital General y un Centro Estatal de Transfusión Sanguínea. Las preferencias son evidentes.
Quizá sea la seguridad el rubro más sensible en esta larga cadena de desatenciones. Desde que inició el sexenio, los índices delictivos en La Laguna han tenido un incremento exponencial. Robos, secuestros y homicidios, forman parte ya de la historia cotidiana de la región, sin que hasta el momento el Gobierno Estatal haya podido articular una estrategia contra la criminalidad. Y es que en este aspecto, como en los anteriores, Torreón está muy lejos de Saltillo. Tal vez por eso el discurso oficial, cuando se refiere a La Laguna, nunca corresponde con la realidad.
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