México como muchos otros países se encuentra en plena transición hacia nuevas formas de vida y de estructuras políticas y hasta sociales lo que no impide la racha de chistes y sainetes inventados con que estamos acompañando este muy serio paso hacia las elecciones de julio de 2012.
Tampoco hay que solemnizar la coyuntura que vivimos. Es importante, sin embargo entender, para armar las acciones del próximo gobierno, que el público elector que opina y los políticos que por todas partes se postulan a centenares de puestos de elección, tengan una mayor concisión respecto a lo que realmente hay que hacer para que el país avance en los rubros que constituyen el desarrollo general.
Partiendo de la firmeza financiera que ya hemos alcanzado con disciplinas fiscales y presupuestales federales, hay que proseguir este camino destinando los fondos al campo en sus niveles más necesitados fortaleciendo nuestra seguridad alimentaria y previendo cualquiera eventualidad internacional que afecte por razones de precio o disponibilidad a la población de escasos recursos.
De la cuestión financiera y fiscal parten muchas acciones que determinan el grado de equilibrio y justicia social que progresivamente podemos lograr. La dotación financiera para los programas sociales dirigida a extender a las mayorías oportunidades de educación, capacitación, apoyo a las micro y pequeñas industrias, facilitando vivienda popular, depende de las decisiones que se toman en la Secretaría de Hacienda y la Cámara de Diputados.
Por otra parte, la competitividad internacional de nuestros productos agropecuarios e industriales está directamente relacionada con las políticas de subsidios a los energéticos que usamos. El que algunos círculos hacendarios piensen en eliminar subsidios a la electricidad o combustibles, insumos críticos para la producción, es indicio de que se desestiman que nuestra capacidad de producción, empleo y exportación depende de contar con apoyos como los que existen en otros países con los que competimos.
Un segundo asunto es la urgencia de acabar con el lastre de un sistema educativo que desperdicia el potencial del magisterio, sujeto al arbitrario control sindical. Este tema necesita ser claramente concientizado en la opinión pública para exigir una solución inmediata.
En tercer lugar, la corrupción es un asunto recurrente en muchas evaluaciones internacionales en las que México encuentra penosa calificación. Generalmente la función pública es empero, un fenómeno extendido en cada uno de los sectores y actividades de prácticamente todos los países.
La batalla contra la corrupción tiene que darse en las casas y las familias donde las generaciones toman nota de lo que ven y escuchan para luego imitar el ejemplo recibido de sus mayores. Los códigos penales son mero complemento para asegurar el tono de moralidad o ética que cada individuo.
La dirección que imparta el partido político que obtenga la Presidencia de la República y la mayoría en el Congreso es lo que determinará el curso de las decisiones nacionales. Es a su vez responsabilidad ciudadana el uso cuidadoso del voto.
Conocemos los abanderados de dos de las tres grandes fuerzas políticas. Sus campañas, para todos los efectos prácticos, que ya están en marcha. No hay por qué detener sus propuestas concretas para cada uno de los asuntos que definan el rumbo de la nación en lo económico y social.
La seguridad con que cada mexicano podamos realizar nuestra tarea respectiva es, al lado de la tranquilidad macroeconómica que ya tenemos, el otro elemento imprescindible.
La lucha contra el crimen organizado ha de continuar. Cada uno de los precandidatos tiene que posicionarse desde ya con sus propuestas de seguir la campaña como va o con los ajustes que estime necesarios.
No son tiempos de meros chistes, es momento de obligar a los que aspiran a representarnos proponer definiciones maduras, efectivas y practicables para el futuro que nosotros, los electores hemos de ordenarles hacer al depositar nuestro voto el no lejano julio del año entrante.
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