La Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano señaló que el trabajo de los representantes de la Iglesia Católica en los cárceles es cada vez más difícil por la situación que se vive al interior de éstas y al miedo que sufren los agentes de pastoral al denunciar las torturas, corrupción, hacinamiento y malos tratos de las autoridades.
Si lo hacen, los "castigan" prohibiéndoles la entrada o favoreciendo a otras religiones o creencias destructivas como la Santa Muerte en una realidad en donde mientras más presos hay, es mayor el perfeccionamiento de la criminalidad en esos lugares, por lo que urgen cambios en la política penitenciaria, dijo el director de la Dimensión de Pastoral Penitenciaria de la CEM, Pedro Arellano.
De acuerdo con información difundida por la Arquidiócesis Primada de México, ofrecida por Arellano se ha dado el caso que a un obispo se le prohibió entrar a reclusorios de un estado. Lo anterior, de acuerdo con Pedro Arellano porque se atrevió a decir que los animales en el zoológico eran mejor alimentados que los presos de su diócesis, y en respuesta, el gobernador del estado no lo dejó entrar a ningún reclusorio por tres años.
La situación es más complicada ahora, pues "las características de los reclusos han cambiado: ahora hay que enfrentar a los grupos del crimen organizado, a los cárteles de la droga que se apropian de los reclusorios y siguen operando desde ahí, además de los problemas de hacinamiento, las malas instalaciones y la carencia de programas de readaptación para los privados de la libertad".
Resaltó que la Iglesia Católica realiza trabajo en 482 de los 489 reclusorios del país, en los que más de 4 mil agentes de pastoral realizan visitas al menos una vez a la semana.
