Tendencia dorada
Globalmente al oro se le asocia con la riqueza y el lujo. Y en lo que se refiere a las finanzas, su nombre representa una garantía a la hora de invertir, ya que a lo largo de la Historia ha demostrado ser un bien consistente en el alza de su valor.
Históricamente la gente siempre ha buscado que el valor de sus pertenencias perdure y de ser posible se incremente. Parte de las soluciones feudales para esta cuestión fue elaborar dinero con metales preciosos como el oro y la plata o bien diamantes. Un castillo se valuaba en equis número de monedas en oro y por muchos siglos esa fue una forma razonable de intercambio. Así, el común de la humanidad aprendió a relacionar el color dorado con la bonanza financiera. ¿Quién no se emocionaba con aquel cuento en donde al final del arcoíris un duende escondía una olla repleta de oro?
Más adelante el padre de la economía, Adam Smith, preguntaba por qué un diamante tenía más valor que el agua, la cual era vital. La respuesta: su respectivo nivel de abundancia en ese momento.
En épocas modernas se generaron otros mecanismos para atesorar riquezas, como el manejo de acciones, el mercado de deuda, el desarrollo de monedas, derivados, etcétera. A lo largo de más de un siglo se fue instituyendo un amplio sistema bursátil el cual permitía a los inversionistas que sus papeles adquirieran más valor. El mercado hipotecario en Estados Unidos es un claro ejemplo de cómo puede engendrarse valor sin un respaldo real.
Pero en el último trimestre de 2007 los inversores en todo el mundo empezaron a poner en duda el importe auténtico de sus transacciones hipotecarias, al darse cuenta por un lado de que el verdadero monto de las hipotecas representaba menos del 10 por ciento de su valía en el mercado especulativo, y por otro que no estaban en condiciones de asumir ningún tipo de deudas, lo cual generó el inicio del gran colapso. En el tercer trimestre de 2008 quedó severamente cuestionada la forma en la que los documentos financieros cobraban valor. Dejar a los apostadores sin ningún tipo de control o reglamentación durante los últimos 40 años causó que las riquezas de los países se concentraran en mercados particulares en donde a diario se gestaban valores ficticios, y el crecimiento real de la producción quedó rezagado ante esa espuma financiera. Hasta entonces lo especulativo había funcionado de manera casi perfecta, permitió que se sufragaran empresas y bancos, y sostuvo un nivel de consumo sin precedentes en todo el mundo; sin embargo, con la crisis fue evidente que nunca correspondió a la dinámica productiva de las naciones.
Lo anterior demostró que a través del tiempo sólo el oro se mantiene como un refugio seguro para la inversión, al ser algo tangible y libre de cualquier control político.
EL MOTIVO DEL INTERÉS
La ‘tendencia dorada’ es relativamente reciente. De acuerdo a los economistas, en tiempos de devaluación del papel dinero las materias primas siempre son contempladas como una alternativa. En los últimos tres años, a raíz de la citada crisis hipotecaria de Estados Unidos, las denominadas commodities (algodón, café, trigo, crudo y otros) se han convertido en una forma confiable de inversión y entre esa clasificación sobresalen los metales preciosos como el oro y la plata. Es así que a mayor interés por estos productos su precio tiende a ser mayor; por eso hemos visto un incremento constante en su cotización. Sólo el año pasado su precio aumentó un 25 por ciento en dólares y un 35 en euros.
En ese marco, el oro se convierte en la apuesta por excelencia tanto de grandes como de pequeños capitalistas, ya que es un bien concreto y no se encuentra en una burbuja especulativa como sucede con los documentos bursátiles o los tipos de cambio. Poseer oro les devuelve a los inversionistas la estabilidad perdida en la crisis de 2008 con el endeble mercado hipotecario estadounidense.
El precio del oro se revalora constantemente y mientras más oscuras sean las perspectivas financieras, tendrá una demanda ascendente y quien lo posea saldrá ganando. De acuerdo a datos del Banco de México, en enero de 2002 la onza valía 2,582.46 pesos y al finalizar 2010 su precio rondó los 17,500; es decir, mostró un incremento de 580 por ciento. En gran parte ese notable crecimiento se debió a que los inversores que se sintieron asustados con la crisis terrorista de 2001 se dedicaron a conseguir oro.
¿Y DÓNDE SE PUEDE ADQUIRIR?
Existen bazares especializados que se dedican a la venta y adquisición de oro, esto es sólo como un referente. Si lo que desea es realizar una inversión de mediana a gran escala, pregunte a un ejecutivo de cuenta de cualquier banco para que lo oriente acerca del precio de un Centenario (1.20565 onzas), un Azteca (0.48227 Oz.), un Hidalgo (0.24113 Oz.) o bien una onza. Para darse una idea de los costos, considere que de acuerdo a Banamex en enero un Centenario se cotizaba en 19,400 pesos a la compra y 20,900 a la venta. El oro al menudeo, a través de comprar joyas, es una opción a menor proporción.
A la hora de resguardar su patrimonio, los bancos ofrecen lugares para guardarlos; además siempre existe la alternativa de conseguir una caja de seguridad.
Por otro lado, a finales del año pasado una empresa alemana desarrolló un aparato expendedor de oro que lleva como nombre Gold to go. Estas máquinas, muy parecidas a los cajeros automáticos, ofrecen monedas y barras con un peso a partir de un gramo. Por ahora sólo pueden encontrarse en algunas ciudades de dicho país (Alemania), en el aeropuerto de Bergamo (Italia), en un hotel en Madrid y otro en Abu Dhabi (Arabia), un mall de Boca Ratón (Florida) y un casino de Las Vegas.
Ya lo sabe: si busca una inversión sólida, no descarte la posibilidad de adquirir oro. Es muy probable que dentro de 10 años esté celebrando su decisión. Aunque de acuerdo a lo que dicen algunos expertos en economía y medio ambiente, tal vez querrá cambiarlo por agua...
Correo-e: smunoz@elsiglodetorreon.com.mx
¿UN FUTURO PLATEADO?
La estrella de los metales preciosos en 2010 fue la plata. En un año el precio de la onza subió en 80 por ciento -en el mismo lapso el oro aumentó alrededor de 15 por ciento. El incremento en la demanda de plata y por consecuencia en su cotización se debe a que en los últimos años se le han encontrado algunas aplicaciones industriales, sobre todo las relacionadas con nanotecnología. En La Laguna, la empresa Peñoles ha comenzado a realizar estudios al respecto.