Marco Antonio Contreras Marini tenía dos años trabajando en la mina Pasta de Conchos cuando sucedió la tragedia. A cinco años de distancia, en su casa de Palaú, narró a la reportera Edith González lo que vivió ese día y como cambió su vida.
Me fui a trabajar en la noche. Estaba en el tercer turno. Como a las 2 de la mañana, estábamos cuatro trabajadores, ahí en la plancha de la mina, a los cuatro se nos vino un "caído", un derrumbe del techo. Se nos cayeron vigas y piedras encima.
Yo quedé atrapado con dos vigas en las piernas, no podía zafarme, el polvo que había se juntó y me desmayé, no sé por cuánto tiempo. Luego escuché que estaban gritando mis compañeros, pidiendo auxilio.
Cuando fue la explosión sentimos aire caliente por los dos lados inclinados, y vimos una nube de polvo y humo, no sabíamos qué había pasado, pensábamos que era un incendio. Primero salimos los cuatro que estábamos en la plancha, los otros estaban más adelante, eran movedores de banda, son los que se encargan de transportar el carbón, y los 65 mineros estaban a mero enfrente (de la mina) y nosotros en la plancha, un punto de reunión a donde van por el material y lo distribuyen para los trabajos.
Estuvimos mal porque no sabíamos qué hacer, cuando salimos del derrumbe queríamos pedir ayuda, que llegara la cuadrilla de rescate, pero no había nada. Yo pertenecí a cuadrillas de rescate y tuve que ir adentro, encontré a los dos quemados y los encaminé a la plancha, y ahí me ayudaron mis compañeros a sacarlos. Los siete logramos salir, dos salieron quemados. Yo fui el único que salió de pie. Regresé, pero ya no pude hacer nada por los demás.
Si se hubiera actuado rápidamente, como estuvo el "caído", no se hubiera podido hacer nada, nada más sacar los cuerpos. Yo siempre les he pedido que los saquen, saben muy bien que pueden sacarlos. Para mí que murieron de asfixia.
Lo que pasó es que el abanico general empezó a jalar porque había luz, la ventilación hace que diluyan los gases que hay. Cuando hubo el derrumbe se taparon las tres entradas que había y el aire ya no entró ahí.
Ellos nomás sintieron que no había aire, pensaron que se había apagado el abanico general. Se vinieron caminando, pero no hubo donde salir y murieron de asfixia.
'SÍ SE PUEDE EL RESCATE'
A la empresa no sé qué le pasaría, porque sí se pueden sacar, todo se puede. Yo fui un rescatista, estuve en la explosión de La Morita, en Santa María. Decía la empresa que porque no podía arriesgar a la gente, pero en esa minita sacamos a 13 muertos todos quemados, unos ya en pedazos. También en La Escuelita, en La Florida, sacamos varios cuerpos por una inundación o explosión, no sé qué fue.
Lo que pasa es que no hizo lo necesario, ¿o qué esconden? No saben dónde fue la explosión ni por qué. La empresa no ha dicho nada. Mis compañeros de la cuadrilla de rescate encontraron el punto en el que estaban unos mineros, con una cámara que un ingeniero y un rescatista metieron. Los vieron, no estaban quemados, pero desde que los encontraron la gente no bajó a hacer más labores.
Nunca se va a cerrar esa herida, la gente no se ha resignado porque no se hizo los suficiente para sacarlos, antes no había medios, ahora sí hubo manera de sacarlos, no le digo que vivos.
'LOS SOÑABA MUCHO'
Yo soñaba mucho, me levantaba sonámbulo y me salía para afuera, para irme a la mina. Soñaba a mis compañeros, que los pájaros se los llevaban, no quería dormir para no soñar. Soñaba que me perseguían, donde quiera los veía, en el pueblo, en la mina.
'ESTOY DESEMPLEADO'
Recibimos una compensación que nos dio la empresa de 100 mil pesos. No regresamos a trabajar ahí. Yo duré 3 años y empecé a trabajar en una mina, pero no pude, me acordaba mucho de lo que pasó y me salí. Ahorita estoy desempleado, no me pensionaron, me revisaron, pero no me dijeron si estaba mal o bien, a todos nos vio un psiquiatra, un neurocirujano, un psicólogo. Nos vio mucha gente y pues más o menos.
Desde que pasó lo de la mina no me paro ahí. Me dijo el psicólogo que si llegaba a ir a lo mejor me podía dar un shock, por eso no he regresado y yo creo que a lo mejor no me tocaba, a lo mejor Dios me dejó por algo.
'ARAÑANDO LA TIERRA'
Mercedes Saucedo, esposa de Marco Antonio, relata las secuelas que el accidente dejó en el minero en los meses que siguieron:
"Un día se levantó dormido y me agarró de los pelos, me arañaba como si estuviera arañando a la tierra para sacar a sus compañeros, desde ese día ya no me dejé mi pelo largo.
"Otra vez dormido agarró una bicicleta, en la que siempre se iba a la mina. Ya esa bicicleta ya no existe. Luego de que se levantó sonámbulo le quité las llantas y luego la vendí".
Marcados. El minero y su esposa Mercedes viven humildemente en una casita en Palaú, municipio de Múzquiz. Desde el siniestro no ha encontrado trabajo, y a las minas no puede volver. EL SIGLO DE TORREÓN / EDITH GONZÁLEZ