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TIEMPOS DE MAYORES TASAS

POR SALVADOR KALIFA

El Banco Central Europeo (BCE) decidió el jueves de la semana pasada elevar su tasa de interés de referencia en un cuarto de punto porcentual, después de casi 3 años de mantenerla en el 1 por ciento.

Esta decisión, que constituye el banderazo inicial para otras alzas, se tomó a pesar de las repercusiones negativas que el tsunami en Japón y los conflictos geopolíticos en el Norte de África y el Medio Oriente tendrán sobre la economía global.

La medida no sorprendió a los mercados, que ya la habían descontado desde que Jean Claude Trichet advirtió sobre ese movimiento un mes antes. No obstante, la reacción inmediata fue una apreciación adicional del euro en relación con el dólar estadounidense.

El alza de la tasa de interés es pequeña, pero es muy importante porque marca un cambio de tendencia en los movimientos de las tasas de interés, que en algún momento futuro emularán el Banco de Inglaterra (BI) y la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU).

Ese momento, sin embargo, no llega todavía. El BI optó el mismo jueves de la semana pasada por un camino más conservador y dejó sin cambio su tasa de referencia, a pesar de que en su país se registra un alza de los precios más vigorosa que en la zona del euro.

En EU, como sabemos, la Fed sigue comprometida con su programa de relajamiento monetario. Todavía no se atreve ni siquiera a eliminar la frase "periodo prolongado", que desde hace muchos meses utiliza en sus comunicados como señal de que las tasas de interés permanecerán bajas por mucho tiempo.

No obstante, es un hecho que el BI y la Fed cambiarán de rumbo en su política monetaria, el primero muy probablemente durante este año, mientras el segundo tratará de no hacerlo sino hasta el 2012, pero antes tendrá que dejar de utilizar la frase "periodo prolongado".

Mientras eso sucede, conviene hacer algunos comentarios sobre las posibles repercusiones del alza de las tasas de interés en la Eurozona.

Los economistas que siguen la economía europea anticipan que el BCE subirá su tasa de referencia un total de tres cuartos de punto porcentual en el año, lo que la ubicaría en 1.75 por ciento a fines de diciembre. Esto, como he señalado en diversas ocasiones, es el comienzo de un largo camino para llevarla a su nivel "normal", alrededor del 4 por ciento.

Algunos analistas han criticado la decisión del BCE, porque consideran que poco hará para aminorar las presiones inflacionarias en Alemania o enfriar su economía, pero perjudicará bastante a los países periféricos, como Grecia, Irlanda, Portugal y España, que enfrentarán complicaciones adicionales para sus de por sí severos problemas de deuda soberana.

Las mayores tasas complicarán el crecimiento económico de estas economías, al tiempo que deprimirán el valor de sus bonos y encarecerán el servicio de su deuda. El alza de tasas también perjudicará a los bancos de esos países. Estos factores pudieran precipitar lo que muchos consideran de cualquier manera inevitable, esto es, la reestructuración de la deuda de varios de estos países.

La raíz del problema es que la política monetaria del BCE rara vez, si es que alguna, será apropiada para las realidades económicas de todos los 17 miembros de la zona del euro.

Hasta antes de la crisis de 2008, la política monetaria era demasiado laxa para los países de la periferia, que entonces crecían aceleradamente, mientras que era apretada para las naciones fuertes de la zona. Hoy existe el mismo contraste, pero se han cambiado los papeles. La política monetaria es laxa para países como Alemania, pero es muy apretada para las economías periféricas.

No hay una salida fácil y clara a este dilema. Lo ideal sería que los países del Mediterráneo emularan la disciplina alemana, pero es algo imposible de lograr mientras no exista la unificación política y un "congreso europeo" que decida sobre las políticas fiscales de la eurozona.

Esto se antoja muy difícil de lograr. No veo cómo los políticos de cada país estarán dispuestos a renunciar a los parlamentos nacionales y dejar que un congreso central decida sobre las políticas de gasto público local.

Por consiguiente, considero que la decisión del BCE, en lo inmediato, jugará un papel determinante para definir la suerte de los países periféricos. Sus economías están en una trayectoria insostenible y quizá el alza de tasas, sin proponérselo, lleve a los políticos de la Eurozona a aceptar, más temprano que tarde, una reestructura de la deuda soberana de esos países.

Esto, sin embargo, si bien ocasionaría menos daños ahora que el año pasado, no por ello dejaría de tener repercusiones negativas sobre los países miembros del euro y, más importante para nosotros, sobre las condiciones financieras que se ofrecerían a las economías emergentes como México.

Regreso a esta columna en la semana de Pascua.

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