La debacle electoral panista en las elecciones legislativas de 2009 dejaron al Gobierno Federal en una posición de extrema debilidad, que prácticamente selló el fin del sexenio; pero la designación (no se puede hablar de elección) de Humberto Moreira como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, el sábado 8 de enero, lo clausuró formalmente y dio el banderazo de salida a la sucesión presidencial de 2012.
Aunque en la oposición (PRD y PRI) los aspirantes a las candidaturas de sus respectivos partidos han estado en campaña permanente desde 2006 y las opciones están muy claras en ambos frentes, formalmente las dirigencias partidistas, los líderes parlamentarios y el Gabinete Federal enfocaban sus esfuerzos y declaraciones en los asuntos prioritarios de la vida nacional. Pero el mismo día que lo declararon presidente electo, Moreira dejó clara su tarea al frente del tricolor y de inmediato abrió fuego contra el panismo (al que considera su principal opositor en la contienda de 2012) y éstos mordieron de inmediato el anzuelo.
Hoy, como hace seis años, todas las encuestas muestran un claro puntero en dicha carrera; hace seis años era Andrés Manuel López Obrador y, hoy, es Enrique Peña Nieto. Una ventaja tan amplia y definida, genera también una unidad (auténtica o forzada) al interior de sus partidos y, por lo tanto, lo convierte en automático en el gran decisor; por ello no es sorpresivo que el todavía gobernador mexiquense haya impuesto sin problemas a Moreira en la dirigencia nacional priista.
Sin embargo, sí hay una gran diferencia entre lo que hoy sucede en el PRI y en la vida nacional y lo que sucedió hace seis años, en el PRD: AMLO buscaba quien siguiera fielmente sus instrucciones, pero no le robara el espectáculo; Peña Nieto, un fiel servidor, pero capaz de distraer la atención, atraer reflectores y permitirle seguir trabajando tras bambalinas.
Además la composición de los grupos parlamentarios en 2005 permitió que la vida nacional siguiera su curso; y hoy la mayoría lograda por la alianza PRI-PVEM en la Cámara de Diputados, cierra cualquier posibilidad de acuerdos, más en un contexto de confrontación, como el que se vivió esta semana entre Moreira y cuatro integrantes del Gabinete Federal (José Francisco Blake, de Gobernación; Heriberto Félix, Sedesol; Alonso Lujambio, Educación; y Javier Lozano, Trabajo).
La emergencia de estos cuatro secretarios, aunado a los recientes movimientos en el Gabinete, permiten empezar a conformar el cuadro de aspirantes blanquiazules: a los cuatro protagonistas de la citada confrontación hay que sumarle al titular de Hacienda, Ernesto Cordero, dentro del equipo de calderonista; y a Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, entre los externos al actual grupo en el poder.
De acuerdo a la última encuesta de Consulta Mitofsky, levantada en diciembre de 2010, los punteros en cada uno de sus respectivos partidos son: Santiago Creel, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador; en cuanto a las preferencias electorales por partidos, sin candidatos, el PRI las encabeza con una ventaja de más de dos a uno sobre el PAN, que ocupa el segundo lugar, y en un lejano tercero, el PRD; sin embargo, cuando colocan candidatos las posiciones del segundo y tercer lugar se invierten, pues la izquierda con López Obrador ocupa el segundo lugar y el blanquiazul con Creel, el tercero.
El puntero, a diferencia de lo que sucedió hace seis años, parece preferir mantener su redituable estrategia mediática (particularmente televisiva), pero sin involucrarse directamente en las confrontaciones y los temas controvertidos; AMLO intensifica su campaña y las elecciones en Edomex y la designación de Alejandro Encinas, como el candidato de la izquierda, son su escenario ideal; y en el PAN, los aspirantes empiezan a sacar la cabeza, aunque la incógnita es si Calderón impondrá a Cordero o está dispuesto a abrir la carrera, lo cual va en contra de los precedentes.
A pesar de los escarceos de Marcelo Ebrard, todo indica que ya hay dos candidatos definidos: Peña Nieto, por el PRI y López Obrador, por la izquierda; si el PAN quiere meterse a la pelea tendrá que apostar por un candidato no tan cercano a Calderón o, al menos, que llegue sin su bendición, tal como sucedió hace cinco años con él.
Lo cierto es que hoy Peña Nieto coloca a Moreira en la dirigencia priista para que desvíe los reflectores y atraiga los misiles, mientras los aspirantes de las otras dos fuerzas tienen que aprovechar todas las oportunidades para ganar notoriedad. No hay dudas de que el PRI estará entre las dos fuerzas que se disputen la Presidencia en 2012 y si la segunda es el PRD o el PAN dependerá en buena medida de cómo resuelven la postulación de sus candidatos, aunque en el caso del PRD todavía tienen que pasar por la renovación de su dirigencia nacional.
En 2000, la polarización fue PRI-PAN y las opciones se plantearon: autoritarismo-democracia; en 2006, PAN-PRD y lo que se definía era la continuidad o no del modelo económico; hoy no puede descartarse que en 2012 sea PRI-PRD y todavía no está claro qué disyuntiva se planteará, pero hasta hoy el PRI parece enfocar todas sus baterías contra los blanquiazules y hablar de eficacia versus ineficacia.
Así a pesar de la clara ventaja de la que hoy disfrutan Peña Nieto y el PRI, todavía es muy pronto para echar las campanas al vuelo, pues hace seis años la ventaja se revirtió en menos de cuatro meses.