En paredes. La gente comenta que al principio se observaba apenas unas pinceladas grises y en poco tiempo, se hicieron grietas.
En el pueblo de Sombreretillo del Alto las bardas comenzaron a tronarse, los pisos se levantaron y comenzó a brotar agua del suelo, debajo de las viviendas. Los ejidatarios culpan de ello a la cercanía que mantienen con el río Aguanaval, pero también al cerro, donde la explotación del mármol era, años atrás, una actividad habitual.
"Por las noches se escuchan ruidos, también a veces por el día, aquí el piso era firme y amaneció así, se levantó", dice Refugio cuando muestra los gruesos trozos de piso que se han fracturado. Esto ocurrió hace dos meses, el miedo la llevó a dejar su casa y mudarse con su madre.
Cuando doña María Hernández vio las primeras cuarteaduras, eran apenas unas pinceladas grises en la pared, pero en cuestión de días ya se habían formado enormes grietas que atravesaban cada habitación de su vivienda, que tiene más de 50 años de construida.
"Yo me sentía muy segura porque estaba arriba de las piedras, pero el cerro ya me aventó pa'fuera", comenta. Su casa fue la primera que presentó cuarteaduras, es la más alta en Sombreretillo, pero en cuestión de meses, las paredes de todos los domicilios ubicados cuadras abajo presentaban las mismas condiciones.
La vivienda frente a la suya hoy son ruinas abandonadas. La vecina que la ocupaba decía que no había ninguna rotura y en semanas sus paredes ya se caían, por lo que tuvo que acomodarse en un consultorio médico.
Sus puertas ya no sirven, los marcos se enchuecaron con el peso de los adobes caídos. Algunos pilares fueron reforzados con piedras, pero apenas se detienen. Las familias están conscientes que corren el riesgo de ser aplastados por el techo o las paredes, pero no tienen a dónde ir.
"Era un cuarto, ahora son ruinas", dice María, mientras señala un montón de piedras. Así también quedó la sala, el techo y las paredes colapsaron y ya ni siquiera pudo sacar sus sillones, que están entre el escombro.
De sus siete habitaciones, quedan pocas en pie, pero toda su familia vive ahí, por eso no le parece justo el cambio que le ofrece el Gobierno del Estado a una casita similar a las de interés social.
"Sí tenemos miedo ¿y qué ganamos? Todo se sigue moviendo", dice.
EL AGUANAVAL
Entre el ejido Sombreretillo del Alto, municipio de Simón Bolívar, Durango, y el ejido La Colonia, que forma parte de la Sierra y Cañón de Jimulco, de Torreón, Coahuila, hay cerca de dos hectáreas donde se observa maquinaria de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que mueve montones de tierra de un sitio a otro.
Aquí el suelo es suave, se desmorona en las pisadas. Desde hace un mes comenzaron los trabajos en esta zona, que según los locatarios, es parte de la reserva ecológica municipal, por lo que se trata de área protegida. La maquinaria escarbó en algunos sitios varios metros, los mezquites que poblaban el sector fueron retirados y se desconoce a dónde se los llevaron.
A simple vista se observa que los trascabos construyen un bordo de protección para Sombreretillo, de las avenidas del río Aguanaval. Llevan cerca de un kilómetro y medio de bordo, de varios metros de alto, pero el escurrimiento actual del río es muy bajo.
En la Conagua se informó que estas obras se realizan para proteger a las comunidades aledañas de posibles desbordamientos del caudal, esto dentro del programa de Protección a Centros de Población. Aquí se desarrollan trabajos de mantenimiento y conservación de la infraestructura en el cauce del Aguanaval, pero descartan que se busque modificar el lecho.
El proyecto consiste en adecuar las condiciones actuales del río Aguanaval, fortaleciendo ambas márgenes de su cauce. La corriente intermitente de este río ha provocado derrumbes en las márgenes de su cauce, a la altura de los ejidos Zacate y Sombreretillo.
Incluye la formación de terraplén compactado sobre el margen izquierda para la construcción de bordos de protección a los centros de población en una longitud de 550 metros con un volumen conformado de 23 mil metros cúbicos. También se construyen tres espigones de piedra para protección del bordo contra la erosión, con un volumen aproximado de dos mil 400 metros cúbicos.
SIN EXPLICACIÓN
El gobernador de Durango, Jorge Herrera, visitó el sitio hace unos meses y les dijo que estuvieran tranquilos, pues a finales de este año se les reubicaría en nuevas viviendas que construye el estado en esta zona, pero no se les ofreció una explicación sobre lo que sucede.
"No sabemos qué es lo que pasa, cuando nos dimos cuenta ya habían empezado las casas a cuartearse, a ese cuarto le quitaron un pedazo y la casa mía se cayó", comentó Refugio, "ya tiene tiempo, así feo empezó el año pasado, pero no tanto, ya a destruirse, mirábamos las cuarteaduras pero pensábamos que era normal, del río, pero no, ya llegó a una cosa muy grande, desastrosa".
Lo que los habitantes comentan es que el cerro se está abriendo por la humedad que utilizaban para el corte de la piedra, entonces esperan que se asiente, pero a esto se suma la humedad en el suelo, que comenzaron a notar desde el mes de abril. Algunos han escarbado y encontraron que, aún cuando no ha llovido, corre agua justo bajo su vivienda.
"Tienen siete años diciendo que se va a asentar el cerro, pero el agua no sabemos de dónde viene o por qué", dice María Favela, quien tiene 40 años en la comunidad. Se estima que son 107 familias las que viven en Sombreretillo y 85 serán reubicadas a menos de 300 metros del área de riesgo.
NUEVAS CASAS
Juan Alvarado, residente de obra del Instituto de la Vivienda del Estado de Durango (IVED), dijo que el avance de las casas que construyen es del 50 por ciento y que se prevé que estén listas en noviembre. Aseguró que el suelo en esta zona es estable y que las familias ya no tendrán problemas.
"Las viviendas son de 41 metros cuadrados y constan de una estancia de regulares dimensiones, un cuarto, una cocina y un bañito", explicó.
La casa de María Hernández es una construcción de adobe con siete habitaciones y han pasado por ella tres generaciones, además de que está llena de recuerdos. La señora se estremece cuando habla de cómo las paredes y el suelo tiemblan por las noches, pero está consciente de que su vida no será lo misma en las nuevas viviendas.
"Este es mi patrimonio, no puedo dejarlo así nomás, allá no tengo nada", dice la mujer de 73 años y, como cada tarde, ruega por que su habitación resista un día más.
FUENTE: INVESTIGACIÓN DE EL SIGLO DE TORREÓN EL SIGLO DE TORREÓN / Fabiola P. Canedo
MARÍA HERNÁNDEZ
Habitantes de Sombreretillo, ejido de Simón Bolívar
REFUGIO
Habitante de Sombreretillo, Durango
Problemática
En Sombreretillo del Alto:
⇒ Más del 80 por ciento de las familias que habitan en este poblado será reubicado debido a que sus viviendas presentan fracturas, algunas tan graves que han sido reducidas a ruinas.
⇒ Entre los habitantes, nadie sabe nada. La única explicación que se les ha dado es que deberán dejar sus casas a finales del presente año y mudarse a unas nuevas viviendas que construye el Gobierno del Estado.
⇒ El miedo ha llevado a algunas familias a abandonar sus casas, mientras que otras se rehúsan a dejar su patrimonio, ante la posibilidad de que sus animales o sus pocas pertenencias sean robados.
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