Dirigir un equipo de futbol exige voluntad e ingenio. Voluntad de ganar e ingenio para conseguirlo. Dichas cualidades bien pueden trasladarse al plano político. Para gobernar una ciudad es necesario tener una voluntad real de "triunfar" sobre los problemas y el ingenio suficiente para desarrollar las estrategias que ayuden a lograrlo. Pero tanto en el futbol como en la política, la voluntad y el ingenio implican también detectar y aprovechar las oportunidades que se presentan.
Con más incertidumbre que entusiasmo, con más prisas que preparación, ayer inició en Torreón el Campeonato Mundial de Futbol Sub-17 organizado por la FIFA. Aunque desde hace más de un año se anunció que el Territorio Santos Modelo sería sede de dicho torneo internacional, la población en general no ha sido contagiada de la fiebre y el júbilo que se esperan en un acontecimiento de este nivel.
La causa de este desgano podemos encontrarla en la pobre visión y la falta de liderazgo de la administración municipal encabezada por el priista Eduardo Olmos Castro. De la misma forma que su antecesor, el panista José Ángel Pérez, desaprovechó la coyuntura del aniversario cien de Torreón como ciudad no sólo para realizar un festejo de altura sino, sobre todo, para impulsar un proyecto de horizonte amplio e incluyente para el municipio, el actual alcalde dejó ir entre sus manos una oportunidad como seguramente no la volverá a tener en lo que resta de su cuatrienio.
Cualquier certamen internacional, independientemente de la categoría, representa para una ciudad un excelente pretexto para engrandecerse y mostrar sus virtudes. Incluso, podemos ir más allá. El afán de proyectar mundialmente a un municipio puede servir a una autoridad para legitimarse ante la sociedad y encabezar así planes de mediano y largo plazo con miras a superar los escollos que impiden su desarrollo.
Son muchos los ejemplos de urbes que a raíz de acontecimientos deportivos o culturales han sufrido una transformación radical, gracias a la cual se han convertido en metrópolis de primer orden. Apenas dos de ellos son Atlanta, con los Juegos Olímpicos de 1996, y Sevilla, con la Exposición Universal de 1992, las cuales, con dichos acontecimientos, no sólo lograron abrirse al mundo sino también mejorar su infraestructura, atraer inversiones y sentar las bases para resolver algunos de sus más graves problemas.
Aunque, es cierto, no se puede comparar la magnitud y trascendencia de una olimpiada o una exposición como la antes mencionada con un Mundial juvenil de futbol, lo que sí se puede poner sobre relieve es la actitud con la que las autoridades locales asumen sus retos. Y la actitud del Ayuntamiento de Torreón deja mucho a desear.
Habituado a ser un gobierno de reacción y no de acción, la administración de Olmos se puso a trabajar a destiempo en preparar a la ciudad para el campeonato mundial. Hace poco más de una semana se definió apenas el operativo de vigilancia para brindar la seguridad de las selecciones asistentes y sus seguidores. La imparable ola de criminalidad que afecta a la región y la ausencia de señales claras y oportunas por parte de la autoridad para encarar el problema, llevaron a la FIFA, en su página de Internet, a "cerrar" al turismo espacios como el Santuario del Cristo de las Noas. No fue sino hasta que se dio a conocer esta información que la Presidencia Municipal convocó a una rueda de prensa para avisar que la seguridad en el centro turístico y religioso estaba "garantizada", como si fuera capaz de hacer en cuestión de días lo que no han conseguido en el año y seis meses que tiene la administración.
Algo similar ocurrió con el Canal de la Perla. El paseo subterráneo desde hace meses presenta serios problemas de intemperismo, fugas de agua y riesgo de derrumbes. No obstante, las autoridades lo han promovido durante todo este tiempo como uno de los principales atractivos de la ciudad. Y apenas el viernes pasado hicieron un recorrido para revisar sus condiciones y los arreglos que deben hacerse.
Otro de los asuntos que evidencia la falta de interés del Gobierno local es el de la obra de la antigua carretera a San Pedro, una de las principales vías de acceso al estadio de futbol. Aunque los dilatados trabajos corren a cargo del Gobierno del Estado, el Ayuntamiento de Torreón, en su calidad de anfitrión en la justa mundialista, debió ser el principal interesado en que dicha obra concluyera en el tiempo y la forma prevista, por lo que a él correspondía presionar a la autoridad estatal para que así ocurriera. Ayer se consignó en este medio de comunicación que las labores en la vialidad no concluyeron y que detalles importantes como la semaforización, señalización y alumbrado en toda la rúa serán terminados hasta dentro de tres semanas.
Por si fuera poco, al Ayuntamiento le ha faltado la visión para establecer una estrategia efectiva que permita trascender la esencia estrictamente deportiva del torneo y hacer de la justa una fiesta múltiple a la que pueda integrarse la mayor cantidad de ciudadanos.
En suma, el Mundial de Futbol Sub-17 era una excelente oportunidad para, como pregona la reciente campaña de la Presidencia Municipal, "hablar bien" de Torreón. Pero no hubo voluntad ni ingenio. Y sin estas cualidades, no se pueden ganar los partidos, como no es posible gobernar una ciudad. A Torreón le falta un buen "director técnico". Lo peor de todo es que en el juego de la política no sólo pierde la autoridad, perdemos todos.
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