Realidad. Desolación, es el sentimiento que provoca a un marino estar lejos en los momentos cruciales de su familia, admite el capitán de la Secretaría de Marina.
Había una vez un marino, capitán de fragata que confiaba en el mar, tanto o más que en su único hijo, aunque a su decir, en el mar siempre hay riesgos, y su hijo no traiciona.
En el momento que su primogénito nació, él no acompañó a su mujer al parto. Estaba de base en el puerto de Manzanillo, navegó hasta cruzar por el Canal de Panamá y llegar al Golfo de México.
Después lo enviarían a una comisión a España, y sólo pudo conocerlo cuando su mujer e hijo viajaron hacia aquel país para que pudieran encontrarse por vez primera. Sólo logró conocerlo cuando Luis Orlando estaba por cumplir 7 meses.
"Tenía muchos deseos de verlo; después, las fotografías que me enviaban suplían hasta cierto punto la nostalgia".
El capitán realizó cinco cruceros en el Buque Escuela Cuauhtémoc y ahí los viajes duraban seis meses. Se perdió navidades, cumpleaños, Día de Reyes, y graduaciones de su hijo: "El alejamiento de la familia sin duda implica un sacrificio personal, pero la formación que recibimos en la Armada nos prepara para ello".
Debemos irnos al mar y resguardarlo, vigilar nuestras costas y eso requiere tiempo.
Hoy su hijo está por cumplir 17 años. El capitán sabe que debe llegar sano al puerto junto con el buque, y que ahí siempre estará esperándolo su familia.
Ha estado en el mar a lo largo de 17 años, y hoy está cumpliendo 32 de servicio. Asegura que trabaja para la Marina, para su país y para su familia.
En los buques se ha desempeñado en diferentes cargos y jerarquías. "La Armada de México es muy noble y nunca nos abandona, aún cuando uno tenga la mínima jerarquía como alguna vez la tuve"
Su hijo nació asmático, y con problemas de hipertiroidismo, por lo que fue internado en diversas ocasiones, durante las cuales solo fue acompañado por su madre.
Ante esto la palabra que utiliza el capitán es desolación. "Pensar que mi hijo debía entrar al hospital y yo... sin estar con él, era desgarrador".
Hoy, este capitán de fragata valora ante todo la fuerza de su esposa para sortear sola todo tipo de problemas y resolverlos en ocasiones en las que ni siquiera había posibilidades de comunicarse a través de un celular con su esposo.
"En altamar a veces apagamos todos los equipos y se navega con los astros, que son nuestro único medio de comunicación. Mi esposa sorteaba sola los temporales propios de la vida, mientras yo libraba los retos en el barco, enfrentándonos a riesgos, a vientos, oleajes y corrientes".
Después al encontrarnos en el puerto, hablábamos de nuestras propias batallas.
En los barcos él pasaba largas horas de monotonía y era en esos momentos cuando pensaba en su familia. Para combatir la ausencia intentaba estar ocupado el mayor tiempo posible.
Las horas y la travesía se hacía aún más larga en el momento de acercarse a puerto y ver con los binoculares a su esposa e hijo esperándolo. Al llegar recibía abrazos y el calor de su familia. Biesn dice el dicho: "Existen tres tipos de hombre, los que vienen, los que mueren y los del mar".