El futuro económico de México y del mundo, particularmente en 2012 y 2013, dependerá casi en su totalidad de cómo evolucionen las economías de Estados Unidos (EU), la eurozona y China, zonas que amenazan con trastornar la economía global.
Lo que hace particularmente complicada la situación es que si bien los problemas que agobian hoy a EU y los países europeos son independientes, si alguno de ellos hace crisis acabaría por contaminar y afectar negativamente al otro.
El panorama, de por sí, luce sombrío para EU, con un desempleo alto y niveles de endeudamiento elevado de sus familias, lo que desalienta el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas. No extraña, por tanto, que los esfuerzos de sus autoridades estén orientados a evitar una nueva recesión.
Hay que estar conscientes, sin embargo, que ni la misma Reserva Federal (Fed) de EU espera un dinamismo importante de su economía en los próximos 24 meses.
Esto se aprecia en su decisión de mantener su tasa de interés de referencia cerca de cero por lo menos hasta mediados de 2013, así como del cambio en su tenencia de bonos gubernamentales, que ahora favorecerá la deuda de largo plazo.
En consecuencia, la perspectiva para EU es, en el mejor de los casos, de un crecimiento relativamente bajo, con un riesgo importante de caer en recesión en 2012. Este riesgo, que de por sí es suficiente motivo de alarma, puede exacerbarse si se descompone la situación en Europa, el otro foco principal de preocupación económica.
La pesadilla de la deuda soberana de Grecia y otras naciones europeas sigue viva. Las medidas de apoyo adoptadas por los países fuertes de la zona, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional no han resuelto el problema hasta ahora, sólo lo pospone.
Para Grecia, en particular, posponer la hora de la verdad pudiera ser todavía más grave si como todo indica hoy, su economía seguirá por un buen tiempo en recesión y con ello aumentará el peso relativo de su deuda.
Ese contexto se traducirá en sacrificios monumentales y prolongados para la población griega, por lo menos mientras insistan en ello sus vecinos de la eurozona, en especial Alemania y Francia, que para aceptar una reestructuración de la deuda griega necesitan estar convencidos que no tendrá repercusiones devastadoras sobre sus bancos y sus economías.
Habrá, por tanto, episodios recurrentes de intranquilidad financiera cada vez que los problemas de deuda soberana de Grecia acaparen los titulares, sin descartar que en algún momento alcancen tal dimensión que obliguen a capitular a los que actualmente se oponen a una reestructuración de esa deuda.
La situación en Europa es, por tanto, más complicada que la de EU. El fantasma de la recesión es muy probable que haga su aparición en la eurozona y la única interrogante es si será leve o, como resultado de una crisis financiera, muy severa.
Por si no fueran suficientes estas amenazas a la economía mundial que provienen de EU y Europa, el entorno se podría complicar todavía más si China, el otro actor económico importante, pierde vigor en los próximos meses.
Las autoridades chinas llevan un tiempo tratando de enfriar su economía para evitar que se exacerben las presiones inflacionarias, y ese enfriamiento pudiera llegar, para la economía global, en el momento menos apropiado.
Una menor actividad económica en China, digamos con crecimiento entre 5 y 7 por ciento, si bien no luce mal para los estándares de otros países, complicaría el entorno político chino y, más importante, pudiera exacerbar los ya de por sí graves problemas de EU y la eurozona.
Es evidente que no hay una salida fácil y rápida para el predicamento en el que se encuentra la economía global. EU y los países con problemas de deuda soberana seguirán un buen tiempo en cuidados intensivos, por lo que seguramente habrá varios sobresaltos financieros y económicos antes de un regreso a la normalidad.
Las autoridades de nuestro país no tienen forma de evitar, como tampoco lo pudieron hacer en 2009, los estragos que pudiera causar una nueva etapa de turbulencia internacional, menos aún si EU cae otra vez en recesión.
Es una ilusión pensar que en un ambiente de desorden externo sería posible amortiguar la caída de nuestra economía impulsando el mercado interno. Los intentos de ir contra corriente en el pasado han sido infructuosos y han agravado nuestros problemas.
Queramos o no, la suerte de nuestra economía en 2012 y 2013 no está en nuestras manos, sino en la de los bancos centrales y gobiernos de EU, la Eurozona y, en menor medida, de China. Sólo nos queda esperar que tengan la suerte y el tino suficiente para, a pesar de la turbulencia, sortear con éxito estas tres amenazas y llevarnos a puerto seguro.