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Turbulencia en Oriente Medio

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LUIS DE LA CALLE

"Los manifestantes tunecinos y egipcios desmienten el prejuicio sobre la falta de aspiraciones democráticas en

El mundo árabe".

Luis de la Calle

Los recientes acontecimientos en Túnez y Egipto llegan a un México obsesionado con mirarse el ombligo, pero es difícil subestimar su importancia. Las discusiones en los medios y el espectáculo en el Congreso parecen no apreciar el ambiente de libertades que ha sido posible gracias a la transición democrática y al esfuerzo de muchos mexicanos. Las demandas de los egipcios en la plaza Tahrir a favor de la democracia y la libertad ahora se toman en México como un dato y no se aprecia lo que valen, al tiempo que se banaliza su existencia.

No obstante, la turbulencia en el Oriente Medio forma parte del gran debate del siglo XXI que debe importar a todos. A veces se piensa, de manera equivocada, que la libertad de pensamiento, la democracia y la libertad de intercambio de ideas, bienes y servicios son valores occidentales que no deben "imponerse" al resto del mundo.

El controvertido proceso para el ingreso de Turquía a la Unión Europea sintetiza este debate: los turcos no podrían aceptar su adhesión a la UE si pensaran que el acquis communautaire (el conjunto normativo vigente de la UE) refleja sólo valores europeos, judeocristianos, mientras que la UE no podría tampoco aceptar a Turquía si pensara que un país mayoritariamente musulmán no pudiera ser una democracia liberal. De hecho, un número importante de europeos y sus gobiernos y grupos musulmanes turcos piensan de esta manera.

Los manifestantes tunecinos y egipcios desmienten el prejuicio sobre la falta de aspiraciones democráticas en el mundo árabe. A pesar de que se ha apelado a una serie de explicaciones detrás de los movimientos -el incremento en el precio de alimentos, las difíciles condiciones económicas, el rechazo del ejército egipcio al hijo de Hosni Mubarak como posible sucesor y otras- la verdad es que hay un importante elemento de espontaneidad impulsado por las aspiraciones de la gente, el crecimiento de las clases medias y el acceso a Internet y redes sociales. Otro factor, por supuesto, es el agotamiento del modelo de largas dictaduras.

Es imposible predecir el curso de acción en los países árabes -esta historia puede terminar en nuevas dictaduras o en gobiernos fundamentalistas que pretendan ahogar libertades- pero no hay duda de que se ha sembrado una semilla democrática en la región. El impacto económico para México es menor: el incremento en el ya alto precio del petróleo es quizá transitorio (los países en turbulencia no son productores) y el nerviosismo de los mercados financieros en relación a economías emergentes sólo pasajero. El impacto estratégico para otros países es inconmensurable.

Estados Unidos se encuentra en una posición delicada. Por un lado, los cambios en Egipto pueden trastocar el equilibrio en Oriente Medio, mientras que, por otro, no puede oponerse a un movimiento democrático después de haber insistido sobre la necesidad de modernización de países islámicos. De hecho, los movimientos recientes en Túnez, Egipto y Yemen pueden resultar más eficaces y menos dañinos para la promoción de la democracia que la invasión de Irak. El presidente Obama tiene que encontrar el balance correcto entre la no-intervención, la relación con el ejército egipcio y la promoción de la democracia.

Para Europa el reto es incluso mayor: no sólo por las implicaciones para con Turquía, sino por la fuerte inmigración de África del Norte en muchos de los países de la UE y su difícil proceso de integración social. La modernización de los países árabes facilitaría la integración y desestimularía la emigración, mientras que regímenes fundamentalistas tendrían el efecto inverso. Sin embargo, aún en la versión optimista, la transición será larga y llena de sobresaltos que dificultarán las relaciones árabe-europeas.

Si para otros es un reto, para Israel el desenlace tiene una importancia estratégica de seguridad nacional: los acuerdos de Camp David han permitido un grado de certeza imprescindible que podría ponerse en peligro con un gobierno fundamentalista en Egipto. De forma paradójica, Israel tiene un incentivo para promover la moderación en la región alcanzando un acuerdo con palestinos sobre Cisjordania y Jerusalén. Un acuerdo israelí-palestino quitaría pretexto para el fundamentalismo en la región y reduciría el financiamiento de grupos radicales con recursos de petróleo del Golfo Pérsico.

Las repercusiones políticas de la turbulencia en Oriente Medio se sentirán en regiones alejadas: en China siguen con interés el tema y aunque el gobierno se sienta seguro de la estabilidad política con tasas de crecimiento económico cercanas a 10%, bloqueó la palabra Egipto de las redes sociales en Internet. En América Latina, cubanos y venezolanos se preguntarán si el ánimo de libertad les pertenece también. En México, es probable que no se avance en reformas y que siga la clase política sin saber cómo convertir la libertad en progreso sostenido.

Director de

De la Calle, Madrazo,

Mancera, S. C. (CMM)

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