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¿Un 1968 en 2011?

Agenda ciudadana

LORENZO MEYER

Slogans. Una de las grandes herencias de los movimientos juveniles de 1968, fueron sus slogans, pues con gran economía de palabras resumieron la esencia de su protesta: "prohibido prohibir" o "seamos realistas, pidamos lo imposible". Hoy, en las inesperadas pero explicables movilizaciones iniciadas en Madrid por Democracia Real Ya (DRY) en una España democrática, pero afectada por una dura recesión económica, de nuevo los slogan revelan mucho: "poco pan, pésimo circo", "manos arriba, esto es un contrato", "no les votes ¡¡bótalos!!" y "los jóvenes salieron a la calle, y súbitamente todos los partidos envejecieron...". Ahí está el meollo: los movimientos sociales (MS) son resultado del fracaso de la representatividad.

Nosotros, los mexicanos sabemos de partidos envejecidos, pues en nuestro caso todos los partidos son, por la mentalidad de sus cuadros, las conductas de sus dirigentes y por sus resultados, viejos e incapaces. Y no sólo eso, además están podridos, según el diagnóstico de Javier Sicilia, generador, de lo que también es nuestro más reciente MS: Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, (MPJD), (Proceso, 22 de mayo, 2011).

Movimientos Sociales. En términos generales, los MS que hoy acaparan la atención en el mundo árabe pero también en España o en México, son conjuntos de personas que echan mano de acciones colectivas -marchas, plantones, boicots- porque consideran que sus legítimos intereses no están representados por y en el sistema político y, por tanto, han decidido actuar en apoyo de esas demandas y al margen de la estructura institucional. Naturalmente, estos movimientos tienden a ser muy críticos de los intereses y formas de actuar de las élites.

La variedad de MS en los últimos cincuenta años es notable. Se presentan en sociedades con muy diferentes grados de desarrollo material y político. Para entenderlos, hay que centrarse en la etapa de desarrollo de su sociedad, el tipo de personas que constituyen el movimiento (clase social, género, edad, religión, región, etc.), el liderazgo y sus formas de comunicación. Finalmente, pareciera que desde los movimientos del 68, este tipo de acción política colectiva está influido por lo que ocurre más allá de sus fronteras; en el 68, la protesta mexicana tuvo razones profundamente locales pero los ejemplos europeos y norteamericano fueron un factor adicional, especialmente en la forma de organización y expresión de su crítica al sistema, al menos hasta antes del 2 de octubre.

La Comparación. Todos los MS de la actualidad, incluso en países relativamente pobres, tienen la capacidad de comunicación instantánea entre sus integrantes y simpatizantes. Se trata de una variable crucial y que los distingue de sus antecesores. Hoy los celulares y el Internet les da a los inconformes movilizados un instrumento de poder del que antes sólo disfrutaban sus opositores: las élites.

En los movimientos español y árabe, destaca la participación de los jóvenes urbanos. En el caso mexicano, y aunque la razón inmediata de la protesta -la violencia- afecta especialmente a los jóvenes, el movimiento no es predominantemente de ellos. No se sabe cómo evolucionará la movilización mexicana, pero hasta ahora la inconformidad activa ha sido más asunto de ciudadanos maduros que de jóvenes. Igualmente, y hasta hace poco, la protesta en nuestras calles estaba formada más por clases populares que medias.

En los casos español y árabe el liderazgo no surgió de personajes con un prestigio social previo. En la Puerta del Sol, en Madrid, las decisiones se toman en comisiones que se están formando de día a día y nadie, según la prensa, está en posición de tener una visión o control del conjunto. En Egipto no fue fácil dar con el grupo de personas que negociara, a nombre de los miles de movilizados en la Plaza Tarhir tras la caída de Hosni Mubarak. El opositor más famoso, el Premio Nobel, Mohamed El Baradei, sólo tuvo un papel marginal. En contraste, en México no hay duda de la centralidad del poeta Javier Sicilia y de algunas de las personas que le rodean, como el obispo de Saltillo, Raúl Vera. Pero Sicilia, como los representantes de los otros MS, no es un político profesional. Fue una tragedia personal -el asesinato de su hijo-, parte de otra mayor -más de 35 mil los muertos en lo que va del sexenio por la lucha contra o entre los cárteles de la droga-, la que lo llevó "a exigir una justicia de la que todos los mexicanos hemos estado privados durante los últimos cuatro años" (Ídem).

El Punto de Contacto. Todos los MS que hoy son noticia -y esto incluye a los de derecha en Estados Unidos y Europa- tienen como origen el fracaso de los partidos o, peor aún, su ausencia o irrelevancia por tratarse de dictaduras, como es el caso en buena parte de los países árabes. Se trata de situaciones donde amplias capas de la población simplemente no tienen representación efectiva ante las burocracias gubernamentales y otros poderes. Y siempre la gota que derrama el vaso de la paciencia de los subalternos no es tanto el estar entre los perdedores, sino la humillación. Lo que determinó que el joven tunecino con estudios pero sin empleo, Mohamed Bouazizi, se inmolara a finales de 2010, fue la confiscación de su carro de frutas y la bofetada que le dio una mujer policía. Su sacrificio fue la chispa que prendió un movimiento de hartazgo de los jóvenes con su condición de súbditos en una época en que la dignidad exige ser visto como ciudadano. El desempleo, otra condición indigna, acicateó la movilización de los jóvenes españoles. En México, la impotencia ante la fuerza armada -la criminal o la oficial- es otra forma de vivir en la humillación.

En grados diferentes, españoles, árabes y mexicanos, consideran que la corrupción de sus respectivas clases políticas, unida a la ostensible y desmesurada riqueza de las élites económicas -riqueza acumulada, en buena medida, como resultado del contubernio entre élite económica y política-, eleva exponencialmente el sentido de violencia moral de los dominadores sobre los dominados. Finalmente, todos los MS, los de antes y los de hoy, tienen en común el cuestionamiento de la legitimidad, cuando no de la legalidad, del orden existente.

El Gran Problema. En principio, y justamente por su espontaneidad e idealismo, por su cuestionamiento de los partidos y de la política institucional, los movimientos de la sociedad civil son atractivos. Tienen una frescura y unos elementos utópicos que ninguna otra política ofrece y por eso mismo despiertan la imaginación de los generosos. Sin embargo, su falta de burocracia profesional y de recursos materiales, su dependencia del trabajo voluntario, su compromiso con la igualdad y con la discusión democrática, les hacen muy vulnerables frente a su enemigo natural: los políticos profesionales, con recursos y el espíritu de Maquiavelo.

Los que triunfaron sobre Mubarak en Egipto tienen ahora que negociar con la institución más burocrática, disciplinada y antidemocrática por naturaleza: el ejército. En Siria, la cadena de protestas pacíficas se enfrenta día tras día a las balas de las fuerzas de Bashar el Assad: los muertos se acumulan. En Libia, la debilidad del movimiento opositor a Muamar Gadafi ya le llevó a depender de la nunca desinteresada ayuda de las potencias occidentales.

En España, mientras el DRY trata de mantener el entusiasmo entre quienes acuden a la Puerta del Sol, el derechista Partido Popular (PP) se ha alzado con una espectacular victoria electoral a nivel local y se prepara para hacerse del poder en 2012 y ahondar en el proyecto conservador, opuesto por completo a la utopía de esa sociedad civil que acampa y exige una reforma electoral para sustituir al sistema que tan bien le está funcionando al PP.

En México, Javier Sicilia y la dirigencia del MPJD han anunciado el inicio de un periplo que les llevará de Cuernavaca y por "la ruta del terror" hasta Ciudad Juárez, para reafirmar ahí, en esa urbe centro del espanto, y ejemplo del fracaso gubernamental por proteger a los ciudadanos del crimen organizado, los seis puntos que constituyen su plataforma: retirar al ejército de las calles, atacar la impunidad y la corrupción, rescatar la memoria de todas las víctimas, crear oportunidades para el desarrollo de los jóvenes, fortalecer la democracia y reconstruir el tejido social.

Buena plataforma, pero ¿Cómo imponerla desde la generosidad a un Gobierno adverso, a partidos que reciben fortunas del erario, a los voraces poderes fácticos y a los intereses norteamericanos, comprometidos todos con la política vigente? No hay solución clara al dilema de los MS.

RESUMEN: "LOS MOVIMIENTOS SOCIALES SON LA CARA MÁS GENEROSA Y UTÓPICA DE LA POLÍTICA, PERO JUSTAMENTE POR ELLO SU TRIUNFO ES TAN DIFÍCIL".

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