En medio de la tragedia nacional, más que los balazos de una semana y otra, lo que duele a los mexicanos (no a todos) es la pobreza lacerante que flagela a 52 millones de personas en este país. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de ese número sabemos que casi ¡12 millones!, viven en pobreza extrema. Sí, leyó usted bien, el equivalente a ciento veinte veces repleto el Estadio Azteca de personas que acuden a divertirse asistiendo a los juegos de futbol. Doce millones es un titipuchal de gente, que, día tras día, se parten el alma para con suerte conseguir unos cuantos mendrugos para que coman sus familias, viven si es que eso es vivir, en cuartos con paredes de cartón, hacinados en un solo cuarto, que es recámara, recibidor, cocina y baño, durmiendo en el suelo, obviamente sin servicios básicos, en muchos casos mendicantes que subsisten gracias a la caridad pública. Son los que pululan por las calles acercándose con un trapo a los automóviles que esperan la luz del semáforo recibiendo uno o dos pesos, si bien les va, junto al desprecio de quienes los ven pensando que son de otro mundo, que sus ojos no creen lo que están viendo, arrancando el coche mientras piensan que aquéllos en vez de pedir limosna deberían estar trabajando.
La pobreza ha ido creciendo, desde que Fox y Marthita terminaron su sexenio. Mejor dicho desde que el mundo es mundo. Al igual que la violencia a la que parece nos hemos acostumbrado pues no pasa un día sin que nos enteremos de que han aparecido muertos por aquí y por allá.
Nos preguntamos si la pobreza estará dejando como secuela el odio, como ocurrió en la toma del Palacio de la Bastilla, en donde el pueblo hastiado de la aristocracia, empezó a cortar cuellos con Robespierre que siguiera la misma suerte de María Antonieta y del Rey Luis XVI en un rumbo que terminó en la guillotina, lo que significó el derrumbe del poder absolutista de la monarquía francesa.
Esperemos que no. Es cierto que se ha venido prometiendo que se acabará con tanta pobreza, pero no se dice cómo ni cuándo. El problema no es nuevo y eso es lo que produce desaliento, pues lo años pasan y no se le ve el final. Se dice que 15 familias de las más "pomadosas", de abolengo, de gran estirpe, alcurnia y prosapia, son dueñas de este país, que si no hacen efectivo el derecho de pernada es por que ya no se usa, poseyendo un montonal de dinero que los convierte en Cresos (por alusión al Rey de la antigua Lidia, célebre por sus riquezas, aplicándose el apelativo, en la actualidad, al que posee una gran fortuna).
La cifras que da a conocer la Coneval son una espantosa realidad: ¡más de la mitad de los habitantes de este país! Es una vergüenza de la que no escapamos ninguno de los que comemos tres veces al día. ¿Qué nos pasa que nos hemos vuelto tan insensibles?, ¿dónde han estado los que quieren ser Presidentes?, que dizque aspiran a satisfacer las demandas del pueblo, pues los datos que proporciona el organismo federal nos dicen que en dos años la cantidad de 3 millones 200 mil personas cayeron en la pobreza.
Lo que quiere decir que los pobres ya existentes, no sólo no se redujeron sino que aumentaron. Ningún funcionario federal o estatal quiso o pudo hacer algo para detener esta catástrofe. ¿Dó estaban los legisladores?, ¿dó los gobernadores?, ¿dónde los presidentes municipales? ¿Qué harán de aquí en adelante? ¿Lo mismo que no han hecho hasta ahora? Se desviven por escalar un puesto de elección, pero apenas lo tienen, se apodera de ellos el desgano, cayendo en un estado de postración en el que no quieren saber de la depauperación en que han caído sus gobernados. Se ha hecho lo que se ha podido nos dirán y les contestarán, los que traen únicamente una tortilla con chile en el estómago, no ha sido suficiente.
El escritor Javier Sicilia, encabezando el movimiento "Por la paz con justicia y dignidad", se reunió con representantes del Congreso de la Unión en el Castillo de Chapultepec, en el entendido de que los legisladores también tienen responsabilidad en la muerte de inocentes.
Manlio Fabio Beltrones, presidente del Senado y coordinador del Partido Revolucionario Institucional, aseveró estar obligados a aprobar un paquete de reformas en materia política, más dinero para educación media obligatoria, un fondo para resarcir el daño a las víctimas y a la formación de una comisión de la verdad, a que se comprometieron los congresistas, dado el reclamo de justicia de los ciudadanos.
(En el retrato que aparece en la página cuarta de El Siglo de Torreón, edición del primero de agosto del año en curso, por obra y gracia de mi cansada vista, se observa las imágenes de varios protagonistas del evento en cuestión en que, además de los legisladores, se muestra al exombudsman, Emilio Álvarez Icaza, teniendo la viva impresión de estar mirando una fotografía de los años cuarenta de la centuria pasada, cuando el presidente Lázaro Cárdenas y un grupo de notables atendía requerimientos del pueblo).
En fin, hemos asistido, sin percatarnos, a un acto de corte eminentemente republicano.