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Un maestro inolvidable

En nuestra etapa de estudiantes, muchos tuvimos maestros que marcaron nuestra vida, ya sea por su conocimiento, su carisma o su estricta disciplina. Gente valiosa y entregada de nuestra sociedad está necesitada hoy en día. Acontinuación mostramos algunos de los recuerdos que los lectores de El Siglo de Torreón tienen de sus profesores.Agradecemos a todos su amable colaboración.

Yo tengo tres maestros especiales en mi vida y los tres son de secundaria, ahora yo soy maestra en esta misma escuela y ellos son mis compañeros de trabajo. Gracias a ellos elegí esta carrera porque me dí cuenta de la bonita labor que desempeñaban, se puede decir que gracias a ellos yo amo mi profesión.

El primero que les voy a platicar es del Prof. SalvadorMorenoMedina, quien me impartió la clase de Ciencias Sociales y al cual recuerdo y saludo con cariño cada vez que lo veo al igual que los otros dos. El Prof. Salvador me enseñó que la gente buena y noble como él se queda en los corazones de sus alumnos, su paciencia, cariño y atención al momento de pedirle volviera explicar alguna duda él siempre lo hacía con esmero y dedicación, es una persona que comentando con otros compañeros del grupo recordamos y que cuando les digo que trabajo en esta escuela lo primero que preguntan es por él… siempre lo recordamos con cariño y admiración.

Otro profesor llamado Jorge Gerardo Chávez Gámez el cual me impartía la materia de español, y desde el primer momento me atrapó con sus clases y su sabiduría de tantas historias, mitos, leyenda, literatura y me sorprendía con sus comentario que nunca me parecieron aburridos sino de lo más interesante. Hasta la fecha cuando él va a contar una anécdota procuro escucharla, aunque no sea a mí a quien la cuenta, porque sé que de lo que él diga aprenderé aún más. Como maestro me apoyó, como compañero me sigue apoyando pero yo no lo veo así, sino como mi profesor, lo admiro y lo respeto además de tenerle muchísimo cariño.

Mi otro profesor se trata de una maestra llamada Irma Yolanda Treviño, quien ya es jubilada de la materia de Español, pero la sigo viendo, esta maestra tenía algo mágico que me llenaba en cada clase, con ella me inspiré a querer ser maestra y por supuesto de español, con ella conocí lo apasionante que es la literatura, los secretos de los poemas, y lo interesante de los cuentos y novelas, tenía una chispa especial para enseñar y llevarte por esos caminos y no quería que dejará de ser mi maestra, igual que los anteriores, mis respetos y admiración.

Me fue difícil decidirme a cuál de ellos poner, por eso los pongo a los tres. Ojalá publiquen mis anécdotas y comentarios y si no pues ya di cuenta de los afortunada que soy por haber tenido como maestros a estas personas…

Con cariño, admiración y respeto: ¡mil gracias maestros queridos!

Liliana Gallegos Barajas

Siempre lo he dicho: mi maestro inolvidable es el Sr. Don Luis Azpe Pico, que fue mi maestro de literatura en secundaria, seguramente recordado por muchos otros que pasaron por la Pereyra. Nadie se perdía su clase.Hoy puedo decir que marcó mi vida para siempre. Todos los días nos ponía de pie antes de empezar la clase y todo el salón recitaba una oración que decía, si mal no recuerdo: “Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para conocer la diferencia”.

A él le debo mi afición por la lectura que, obviamente, he inculcado a mis hijos. Y cómo olvidar las etimologías de las palabras que siempre nos preguntaba. En una ocasión se enojó bastante con el grupo, recuerdo que esa vez hasta nos gritó: “¡Friéguense!” Creo que por que no le poníamos mucha atención y se desesperó. De parte de un admirador de siempre profe Azpe (Don Quijote), con todo cariño y respeto, muchas felicidades hoy en su día.

Atte. MVZ Jesús Fdo. Pérez Ríos

Conocí a Héctor Ramírez cuando cursaba yo el tercer grado en la Secundaria Técnica #54 de Gómez.

¿Por qué lo recuerdo tanto? Fácil, porque era idéntico al maestro de “La sociedad de los poetas muertos”, no físicamente, pero sí en muchos otros sentidos.

De Héctor aprendí a leer y a saborear la poesía, fue él quien me hizo escribir mi primer poema. Años después, encontrados en un supermercado, se acercó a saludarme y me animó a seguir escribiendo, yo quedé sorprendido por su memoria.

Él era más que un maestro, era un motivador, un hombre que inculcaba en cada clase interés por temas culturales, alguien que a muchos nos dejó con la boca abierta cada vez que leía en voz alta versos de León Félipe.

Han pasado quince años y su voz aún la escucho cada que leo “Canto a mí mismo”. Estimado Héctor:

Sólo quiero decirte que sigo escribiendo y que eres parte de mi destino.

Feliz día. Tu colega: Sergio Rojas.

Creo que si alguien me transmitió y enseñó con sus acciones el amor a la vida, fue mi Maestro y director José Luis Milán. En el colegio Torreón viví los años más felices de mi vida, hice a mis mejores amigos, comprendí el valor de la familia y la importancia de sobresalir de los demás haciendo lo que más me gustaba.

Al llegar a sus horas de clase era escucharlo e irme imaginando la ética y el civismo como un arte, representado en la persona, que no era imposible actuar correctamente, por el contrario disfrutar el contenido de un libro y aplicarlo saliendo del salón, alentado por alguien que era congruente en su decir y actuar, pues creo que se puede saber mucho, tener títulos, postgrados, pero la calidad y don de persona solo unos cuantos, Gracias profe Milán.

Julio Sánchez

A mi maestro de literatura, Miguel Ángel Salinas Pérez. Sí, aún lo recuerdo como si fuera ayer. Hoy lo vi y mis ojos se entristecieron, sus pasos cansados y el cayado en su mano me indicaron que la naturaleza nunca se detiene, siempre avanza y nos envejece, pero lamento decir que no tengo un “buen recuerdo de mi maestro”, tengo sabias enseñanzas y un ejemplo de vida.

Fuiste tú… maestro, uno de los muchos que me forjó en el camino siempre honesto, valiente, osado de la vida; tú me llevaste a viajar por elmundo, tus bellas historias me hicieron transportarme a verdes y exhuberantes bosques, áridos desiertos, tristes historias, dramáticos sucesos, mágicos viajes.

Y sí, finalmente quiero decirte que en estos tiempos difíciles hiciste de mí un hombre que no está perdido en la mediocridad, es más, he seguido tus enseñanzas y me encuentro en paz con la vida.

Cómo no recordar “La fuerza de la sangre”, “Dos años de vacaciones”, “Un capitán de Quince Años”, “Macario”, “El gigante egoísta”, “El príncipe feliz”, “El Ruiseñor y la Rosa” y “Pedro”, entre muchas otras historias que no sólo me enseñaron gramática, ortografía, sintaxis… Estas y muchas otras historias son con las que ahora deleito a otros porque me piden que les cuente un cuento; qué alegría siento al ver que mis hijas me esperan para escuchar la nueva historia con la que su padre las dormirá.

Con tus historias me enseñaste muchos valores y con tu ejemplo me llevaste a donde nunca imaginé: estar nominado entre los cinco mejores pubertos en literatura a nivel nacional. Hoy en este día tan especial quiero agradecerte que hayas hecho de mí todo un profesional muy competente, trabajador y sobre todo poseedor de una acrisolada honestidad a toda prueba.

Quisiera “mi maestro” que leyeras esta carta y sepas que tu labor no fue en vano, tal vez por vanidad, egoísmo u olvido nunca te lo dije, pero tu fuiste el artífice demi destino, hoy simplemente quiero decirte ¡gracias! ¡Muchas gracias maestro!

Rafael Nájera Guzmán

El secreto del profesor

Era un día como cualquier otro en la escuela secundaria Lázaro Cárdenas del Río (frente al Bosque), las clases habían transcurrido como normalmente se desarrollaban, es decir, de acuerdo al calendario ya habíamos “superado” las más difíciles, Matemáticas y Química, ahora nos esperaba lo más divertido y lo que a mí al menos, me gustaba, la clase de Educación Artística. Recuerdo perfectamente el momento en que entró al salón el Maestro de la materia, el inolvidable Profr. Othoniel de la Garza.

Todos compartíamos ese momento de aprender a tocar la flauta con la paciencia y sabiduría con la que nos enseñaba a hacerlo el Profesor, pero algo era distinto en ese momento, su ceño era fruncido y la cara de pocos amigos, incluso en tono molesto nos ordenó que guardáramos nuestra flauta y el dichoso cuaderno pautado, algunos protestamos en voz baja, pero el acalló cualquier comentario con un tono enérgico y que no admitía ningún pero…

“Vengo de la Dirección y acabó de ver sus calificaciones parciales y ver esos números tan bajos me ha puesto de muy mal humor con ustedes…” Yo sólo atinaba a pensar; y a él en qué le molestaba si en su materia todos teníamos entre 9 y 10, éramos excelentes en Educación Artística, claro era en la única que así pasaba, pero a él en qué le apuraban las demás…

“…Ver esas calificaciones tan mediocres y tan desalentadoras me hace no darles clases hoy…”

De verdad estaba molesto, y como yo era de los peores, me comencé a preocupar, claro, tenía razón pero en mi caso más, pues yo estaba al borde de reprobar al menos cuatro y de irme a exámenes extraordinarios… “Ahora sólo quiero que pongan mucha atención, porque será el único momento, el único día, que les voy a decir un secreto, y que si lo pueden entender, cambiará todo su futuro como estudiantes…”

En ese punto yo ya estaba mas confundido, ¿cómo que un secreto?, un secreto ¿de qué?

“Les voy a dar el secreto para sacar 10 en todas las materias…” ¿Qué? Un secreto para no sólo para no reprobar, sino además ¿tener 10?. En ese punto ya no aguanté más y levanté la mano para preguntarle con una esperanza genuina: “¿hasta en Matemáticas Profe?”

“Claro, en cualquier materia, es algo que funciona y que les garantizo los llevará directo al éxito y que nunca mas tendrán esas pobres calificaciones, así que tomen nota…”

¿Qué creen que hice? Tomé nota de lo que comenzó a decir, escribí paso a paso lo que él aseguraba ser el secreto para tener calificación perfecta.

Mi vida cambió después de ese día, de ser uno de los peores, me convertí en los primeros en promedio, no reprobé ninguna, no hubo más exámenes extraordinarios para mí, era segundo de Secundaria y todo era distinto no sólo para mí sino para muchos más de mis compañeros.

Al siguiente ciclo escolar nuestro grupo fue de los mejores y mi boleta de calificaciones se comenzó a llenar de dieces, era una satisfacción única, especial, que cuando estaba a punto de terminar el año, si alguien me preguntaba qué quería estudiar, qué carrera elegiría, yo sin dudarlo contestaba;Maestro, quiero serMaestro como el Profesor Othoniel…

Años después, supe que de la Secundaria Lázaro Cárdenas en la que estuvimos, el estimado Profesor Othoniel se fue a Gómez Palacio a fundar una Escuela Normal de Educadoras.

Vaya este escrito como un sincero homenaje a un Profesor que cambió mi vida para siempre. ¡Gracias Profesor Othoniel de la Garza! Postdata. Si alguien tiene más información del Profesor Othoniel, por favor

envíeme un correo electrónico a mariofmtorreon@yahoo.com

Mario Alberto Fernández Moreno

Carta a mi maestro Samuel: Eran los años del 79 y 80 cuando entré a estudiar secundaria ya siendo un poco mayor de edad (por diversos motivos no estudié a la edad que debía ser).

Quiero hacer, con esta carta, un homenaje en vida a mi maestro Samuel, quien por cierto se acaba de jubilar después de 30 años de docencia, quien aparte de soportar a todo su alumnado, aguantaba callado (y la verdad éramos terribles).

Yo tenía 17 años y el maestro Samuel tenía como 20 años. Joven era este maestro y por su misma novatez, nos aprovechábamos para molestarlo. Eso sí, nunca le pusimos un apodo, porque además de su juventud, casi a la par de la nuestra, se empezó a llevar muy bien con todos nosotros, comenzó a ganarse nuestro respeto.

Un viernes llegó a dar su clase de civismo, la cual nos gustaba a la mayoría. entraba y nos decía: “buenas noches chavos, ¿cómo están? que yo me siento bueno”. Y por supuesto le preguntábamos irónicamente: “¿a poco se siente bueno?” y de inmediato decía: “sí, claro, pero para ponerles un buen examen y a ver quién reprueba, ja, ja, ja”. Y todos a risa y risa con él.

Mi maestro Samuel… siempre nos explicaba muy bien la clase de civismo. Que yo sepa, nunca tuvo problemas con nadie, al contrario y a pesar de su corta experiencia, supo como manejarnos, además de darnos mucha enseñanza.

Soy Alejandro Aparicio, hice la secundaria ya mayor de edad y le doy con esta carta un gran reconocimiento a mi maestro Samuel, al cual sigo viendo y saludando hasta la fecha con afecto y amistad tal como se merece un buen profesor.

Aclaro que, incluso, llegó a darle clases a mis hijos, motivo por el cual le tengo un triple agradecimiento Felicidades “Sam”, tal como le decíamos como amigos, por ser parte de mis mejores recuerdos.

Alejandro Aparicio

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Escrito en: Día del Maestro

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