Arturo Cadivich Michelena, un amigo, casi un hermano, del que tanto aprendimos, fuimos contratados por una empresa lagunera llamada Compañía Vinícola del Vergel para que en forma periodística escribiéramos los logros que iba adquiriendo en el mercado regional y luego nacional.
Íbamos de un lado a otro, a veces en camión, otras en avión y posteriormente en los jets que la empresa poseía, acompañados algunas veces de Marco Antonio Muñiz, de Sasha Montenegro y siempre de dos amigos inolvidables, Armando Navarro Gascón y Carlos González Garza.
Vergel, orgullosamente lagunera, ofrecía fiestas de sabor único en su catedral subterránea. Ahí, Arturo y un servidor, tuvimos en una de esas fiestas una invitación especial de don Santiago Garza, director de Vergel. Quería que ambos nos integráramos al grupo de empleados de su empresa.
Pero Arturo y un servidor habíamos nacido para ser eternamente fieles a nuestros periódicos. Nunca nos arrepentimos, a pesar del sueldo fabuloso que nos ofrecían. En uno de los viajes, el ingeniero Carlos González Garza nos habló de uno de sus sueños, un maratón que se llamaría Lala.
De esto han de ser más de 30 años. Ayer, mientras estábamos tratando de rescatar las plantas de nuestro jardín, nos acordamos de aquel vuelo y de las palabras de Carlos González Garza, quien nos habló emocionado del apoyo que recibía de Ramón Iriarte Maisterrena y de Germán González Navarro.
Por ello, hoy que estamos en vísperas de celebrar el XXIII Maratón Lala, pedimos al comité organizador del mismo, que las próximas tres competencias lleven el nombre de Ramón Iriarte Maisterrena, Carlos González Garza y Germán González Navarro, cuando menos dos de ellos recibirán en vida merecido homenaje.
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