La presente ha sido una temporada con muchos altibajos en el Santos Laguna. Arrancó aparentemente bien, con un triunfo de 2-1 ante el Atlante, dirigido todavía por Rubén Omar Romano, quien ya no tenía buen ambiente entre la afición de la Comarca por sus famosos desatinos.
A la semana siguiente empezaron los dolores de cabeza, pues al visitar a Pumas en su casa, los de Romano cayeron con un 2-0, luego vendría un empate a un gol ante Pachuca y luego fue a la selva chiapaneca, donde volvió a dar esperanzas al vencer 1-2 a unos Jaguares chimuelos.
Pero en la quinta jornada el cuadro de la Comarca volvió a verse mal, ahora cayendo ante Tigres en el nuevo Corona por 0-2. Aquí el equipo se veía sin orden ni ambición, con un juego de los llamados "T en B" o sea "todos en bola", sin asustar a nadie.
En la sexta fecha Santos fue a Guadalajara y consiguió nueva victoria de 1-2 ante el Atlas, pero vendría la fatídica séptima jornada (como en el beisbol) y nueva derrota en casa, de 0-2, ahora ante Gallos Blancos de Querétaro, donde el equipo ya estaba totalmente desinflado.
Antes de terminar el partido, la gente de la tribuna se metía ya fuerte contra el técnico argentino, y todo explotó al final, cuando Romano se dirigía al vestidor. Mientras caminaba se le notaba su molestia, y cansado y presionado realizó su famosa "Romanoseñal".
Fue el final de una madeja que ya estaba muy enredada, y desde Escocia, donde se encontraba Alejandro Irarragorri, al enterarse del comportamiento de Romano hacia la afición ordenó su cese inmediato, que todavía no entiende ni comprende el argentino. La historia no ha mejorado mucho, pero ahí va.
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