Pasó por este Valle impregnando sus áridas tierras con su entrega y su dedicación a su familia y a servir al prójimo. A Doña Carmen Salas de Ramos la conocimos muy jóvenes, cuando empezábamos a escribir de las necesidades que tenían muchos y pocos atendían.
Ella tenía un gran poder de convocatoria, y así, un día, con otros que nada tenían que ver con la cosa pública nos pusimos a darle la mano en tareas inolvidables, recorriendo colonias, subiendo a las casas sobre los cerros o visitando comunidades alejadas y abandonadas.
Tenía un don especial para unir voluntarios en torno de ella, porque su liderazgo era natural, gracias a su don de gentes y a su amabilidad. Muchas veces la comparamos con doña Conchita Talamantes de Ruelas, nuestra madre, por lo que hacía por los demás, sin esperar nada a cambio.
Gente como ella nunca se van porque nos han dejado una tarea para atender a los demás. Ella pasó sembrado en tierra generosa y su ejemplo estará siempre vivo, porque dejó honda huella. Nuestro respeto y nuestro afecto para toda su familia, entre los que está su hijo Heriberto, el amigo entrañable.
Doña Carmen atendió también a los niños y jóvenes que querían hacer deporte, por ello le dedicamos con mucho cariño este humilde homenaje. Lo hicimos en vida varias veces cuando le platicábamos a Heriberto lo que había luchado su madre por los demás, y le enviábamos nuestros saludos.
Y pasando al deporte, si usted es de los afortunados que consiguió boleto para esta semifinal del Campeonato Sub-17, goce este evento que no se tiene aquí todos los días, meses o años. Los demás nos quedaremos en casita a verlo por T.V.
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