Con sangre, sudor y lágrimas, México, jugando mejor que los adultos, venció ayer 3-2 a una Alemania fuerte y altanera que nunca asustó a los nuestros, dos goles de Julio Gómez, el segundo de tijera y con la cabeza vendada totalmente, y otro más, olímpico, de Espericueta dieron el triunfo.
No se puede decir que es un logro de los directivos, sino de los mismos jugadores. Los vimos aquí en una de sus etapas de entrenamiento, pues invitados por el profesor Guillermo "Individuo" Hernández, encargado en ese entonces de la preparación física de estos muchachitos, estuvimos en sus prácticas.
Fue un cambio extraordinario el que fueron logrando con trabajo sin descanso aquí y allá. En este entonces, en el hotel que está en Gallerías, platicamos con Raúl "Potro" Gutiérrez, su técnico, y nos llamaba la atención el gusto que sentía por tener a su cargo a este conjunto.
El profesor Hernández, que en dos etapas estuvo con Santos Laguna, nos decía que el aspecto físico era importantísimo, pues venían rivales de mucho respeto, como Brasil, Alemania, Argentina y Uruguay. Ya conocía a figuras como Samed Yesil de los germanos y Elbio Álvarez de Uruguay.
Nos llamaba la atención la sencillez de los juveniles mexicanos. Se juntaba por las mañanas a desayunar llenos de alegría y ya en la cancha se transformaban en adultos. A algunos los veíamos frágiles y se lo comentábamos al profe Guillermo, y él contestaba: "no se vaya en la finta, son fuertes".
Qué bueno que este partido fue en Torreón, y que el público lagunero apoyó sin reservas. Ahora vamos a la final contra Uruguay, a quien vimos temprano jugando y venciendo a Brasil, el gran favorito para este torneo. El domingo, en el Azteca, la final más esperada en mucho tiempo.
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