Hoy día, el futbol es una de las ramas más populares de este planeta, con millones de seguidores, unos que lo practican y muchos más que lo disfrutan en los estadios, por televisión y por la radio. Se dice que es el que más dinero mueve por todo el universo.
Y en el centro de este deporte está un hombre de 75 años de edad, Joseph Blatter, sucesor de un viejo lobo de mar llamado Joao Havelange. A ambos los conocemos y los hemos visto en el escenario que tanto les encanta, disfrutando y comportándose conforme su estilo personal.
El brasileño Havelange aún vive. Hace poco, durante nuestra estancia en Sudáfrica, lo veíamos en una entrevista, lleno todavía de vigor, hablando sobre lo que ha ocurrido en el futbol actual y de varias maneras daba a entender que la rama estaba en buenas manos, las de Blatter.
El suizo jugó futbol amateur en su país, retirándose cuando tenía 35 años, para dedicarse a las relaciones públicas, al periodismo y a las tareas que le encomendaban en la Federación Suiza de Hockey sobre hielo, donde llegó a ser Secretario General. De ahí pasó a la FIFA en 1975.
En el máximo organismo del balompié fue ascendiendo rápidamente gracias a su cercanía con Joao Havelange y a su dominio de varios idiomas, pues habla bien el inglés, español, italiano, francés y naturalmente el alemán. De ideas adelantadas sabe qué responder a los periodistas.
Hoy vive su cuarta reelección y admite que las cosas se complican cada vez más por la corrupción, el avance de la tecnología, que no acepta, y porque el futbol es ya una rama difícil de manejar. No acepta que el árbitro sea reemplazado por las cámaras de televisión y no contempla un sucesor para él.
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