Las esperanzas que los fieles seguidores del Santos tienen de que su equipo vuelva a ser el triunfador de otros tiempos se van diluyendo conforme avanza a salto de mata el actual torneo. Y es que algunas líneas, antes de respeto, no funcionan.
Hoy día, en el ataque, se nota muy aislado a Oribe Peralta, pues Darwin Quintero siempre está en la banca y cuando entra de cambio no sabe dónde está la portería contraria de tanto tiempo perdido en el banquillo de los olvidos.
El ecuatoriano Suárez, que llegó con muchas ganas, se ha ido desinflando como los globos de la Alameda, y a Carlos Ochoa le pesan los muchos años que ha pasado de un equipo a otro, sin dar el do de pecho que anhelan los que creen en él.
Lo de Felipe Baloy, que a su llegada prometía ayudar en la maltrecha zona defensiva, ahora también es preocupante por los problemas de conducta que tiene con cada rival, donde asoma su innecesaria valentía, provocando que el silbante en turno amenace con sacarle tarjetas.
Pero está peor Santiago Hoyos, que no da una defendiendo como prometía su representante al firmar el contrato correspondiente. Y lo de Carlos Adrián Morales sigue sin explicación, pues aunque no aporta lo de otros tiempos, sigue siendo titular.
Muchos problemas que se le están acumulando a Diego Cocca, que le serán difíciles resolver conforme más avance este torneo que casi llega a la mitad del camino, y donde Santos, con partidos pendientes, no puede encontrar el camino correcto.
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