Las grandes instituciones del deporte logran con el tiempo un nivel de excelencia, y en mucho contribuyen las decisiones acertadas de sus directivos, secundadas ampliamente por su cuerpo técnico y sobre todo por sus jugadores. Eso es lo que se ha querido en Santos Laguna desde su fundación.
Esta etapa de logros y satisfacciones que vive ahora el equipo de la Comarca quisiéramos todos que se alargara lo más posible, para que las presiones desaparezcan, y así todos puedan trabajar con más serenidad, abocados al cien por ciento a cada tarea, lo mismo en las oficinas que en las canchas.
Aunque con Rubén Omar Romano se llegó a dos finales sin culminar exitosamente buenas campañas, las cosas eran tensas, tirantes, sobre todo en vestidores. Esto se agravó terriblemente con la llegada de Diego Cocca, un buen hombre, pero incapaz de manejar un equipo grande.
Quizá, si sigue aprendiendo podría el argentino triunfar, y ojalá así sea. Ahora pasemos a la realidad de Benjamín Galindo. Cuando fracasó en su primera incursión como técnico santista platicamos con él, estábamos al frente de Ola Deportiva y lo invitamos a colaborar con nosotros.
Atento y educado, con pocas palabras, como es él, se disculpó y nos dijo que prefería seguir preparándose, que iba a Europa, a Argentina o donde fuera, con tal de seguir aprendiendo. Nos llamó la atención que un "maestro" dijera que quería seguir aprendiendo.
Mucho ha aprendido Benjamín Galindo, y él reconoce que le faltan exámenes difíciles, pero quiere seguir luchando y trabajando. Ante Cruz Azul hubo un duelo de sistemas entre un viejo conocedor como es Enrique Meza y un joven maestro. Triunfó este último porque tiene hoy a los jugadores de su lado.
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